Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y fundador y director de MC2 Estudio de Ingeniería, S.L.
Julio Martínez Calzón es Doctor Ingeniero de Caminos por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), está especializado en puentes y en estructuras de edificios singulares, es un notable escritor en prosa, es un poeta cósmico elevadísimo, y es director de MC- 2 Estudio de Ingeniería, S.L. Nació en València en 1938.
Desde el punto de vista creativo, creo que Martínez Calzón, que es muchas cosas a la vez, no podría haber sido un pintor. Y les voy a decir por qué. Los pintores hacen exposiciones en las que cuelgan veinticinco o treinta cuadros que normalmente forman conjuntos uniformados por un hallazgo expresivo, por unas tonalidades, por unas calidades, por un trazo, en fin, que constituye un universo pictórico sui generis que no se puede quemar en dos o tres cuadros venales. Sería inhumanidad, y hasta despilfarro, exigir a un pintor que creara un estilo en cada cuadro.
Perdónenme esta digresión, porque me parece del todo ilustrativa para explicarles quién es el ingeniero Martínez Calzón. Él no podría haber sido un pintor porque es absolutamente incapaz de hacer una serie, de repetirse. Oigan sus palabras en la introducción a su obra Puentes, Estructuras, Actitudes: «Podría decir que, en mi trayectoria profesional, innovar y buscar cada día nuevos ámbitos de investigación del quehacer técnico y artístico de las estructuras ha sido el verdadero leitmotiv de mi trabajo. Nunca he repetido obras; y, aunque hubiera podido hacerlo, cada peldaño que avanzaba me inducía constantemente a intentarlo con otro que consideraba más elevado, incluso si más adelante pudiera no resultar así. Percibo que cada tipología, cada procedimiento, cada forma debe ser tensionada dialécticamente para alcanzar, si es posible, en cada caso una solución más idónea y apropiada a sus aspectos particulares».
Creo que este aparente desasosiego creativo no es meramente temperamental, sino que responde a unos imperativos que sería fácil calificar de mediterráneos, dado que nuestro hombre es valenciano, y nunca pierde de vista la antigüedad grecolatina. Me encanta que, a veces, usa el adjetivo vitrubiano. Pero, en todo caso, su mediterraneidad no es la de las barcas de Sorolla o las impregnantes descripciones de Gabriel Miró. Yo creo que en València hay una punta racial nórdica y que Martínez Calzón pertenece a ella.
En efecto, los poemas que publica en la parte tercera de su mencionado libro, la titulada Actitudes, muestran una inquietud holística que se evidencia en unas primeras composiciones que comienzan con el mismo verso todas ellas: «En la silente hora del brezo». Y se trata de un canto a la creación, con alusiones al Big Bang, al espacio-tiempo, a la materia transparente, a la galaxia, etc. Martínez Calzón se ve a sí mismo siempre sumergido en el Cosmos. Es como el boticario alemán que, según Ortega y Gasset, es incapaz de machacar unas hierbas en el almirez sin considerar, previamente, lo que tal acto supone en el vasto complejo del Universo. Dentro de esa actitud holística, entra también el repaso que da a los filósofos clásicos grecolatinos desde Tales y Anaximandro hasta Plotino y los neoplatónicos. «No puedo dejar de señalar -dice en el mismo texto- que todo cuanto haya podido pensar/hacer ha estado siempre íntimamente ligado a una concepción holística y poética del mundo total en el que nos movemos y que nos transforma y encanta». Poco después afirma que «la ingeniería civil es una atalaya privilegiada sobre el universo», y no muy lejos añade: «Así pues, la ingeniería civil permite atisbar perfectamente la materia».
Creo que son estas unas palabras clave para entender la formidable sucesión de obras bellísimas y siempre nuevas y originales en la ejecutoria de Martínez Calzón. Él comparece siempre ante el Universo, desde la atalaya privilegiada de la ingeniería civil, y el sujeto frente al que actúa es la materia. Me parece que su imperativo de belleza tiene mucho que ver con la moral y hasta con la religión. En otras palabras, cuando pone un cartucho de dinamita en la roca donde deberá acodarse un puente, seguro que siente como un pecado contra el paisaje y jura ante la materia que ha profanado que al final todo será más bello. Digo religión, pero quiero decir «alguna religión», aunque no he llegado a saber cuál. En el poema a la muerte de su madre habla de una oración profana, aunque con una estremecida vivencia del misterio. Siempre el misterio es la antesala de la religión. Y el mencionado poema cósmico se subtitula Canto a la creación. Parece comprometida la expresión «creación» para designar al Universo.
Lamento no poder mostrar las imágenes de los 14 puentes en que ha intervenido Martínez Calzón: 11 de estructura mixta y 3 atirantados. El primero de ellos, cronológicamente, fue el de la calle Juan Bravo de Madrid, el de la Sirena Varada, que, en cierto modo, marcó para el futuro toda su ejecutoria. Sin llegar a repetirse nunca, pero desde el puente de Juan Bravo ya sabemos que usará un tablero estructural de acero corten resistente a la corrosión, cargas y torsores transmitidos por vigas cajón también de acero corten, sostenido todo ello por pilas de fuste conceptualmente dórico y capiteles abiertos. Técnica, cultura y belleza siempre mancomunadas en sus obras.
El puente de Juan Bravo lo tienen ahí cerca y podrán contemplarlo con una nueva óptica, pero yo siento no poder proyectarles en pantalla las imágenes de otros puentes de vuelo audaz y belleza inenarrable como el puente de Tortosa sobre el Ebro. O el muy cosmopolita del Centenario, en Sevilla, con sus tirantes de cable. O los de la variante norte a Huelva sostenidos en columnas dóricas que parecen llevar al Partenón. O el puente de Contreras en lucha con un paisaje agreste. O el puente levadizo en la dársena de València. O el nuevo puente sobre el Urumea en San Sebastián. O el largo vuelo del de Miraflores, sobre el Guadalquivir de Córdoba… No todo queda en España. Está el de New Brunswick, en Canadá, o los dos de Montevideo, en Uruguay. A mí me llaman la atención especialmente los 23 proyectos todavía no construidos que son de una audacia y riqueza de componentes llamativa. Algunos de ellos son para Paraguay, Venecia, Panamá y Turín.
En cuanto a estructuras, mencionemos al menos el Palau Sant Jordi de Barcelona, en colaboración con el arquitecto Arata Isozaki; el Palacio de Congresos de Salamanca, con Navarro Baldeweg de arquitecto; la Torre de Collserola en Barcelona, con Norman Foster de arquitecto; el Pabellón Multiuso Arena de la Casa de Campo de Madrid; el edificio de Banca ééCatalana en Barcelona (hoy Planeta), con Fargas y Tous de arquitectos, verdadero jardín colgante; la Sala Villanueva del Museo del Prado, con J.M. García de Paredes; el World Trade Center de Barcelona, con los arquitectos Pei, Cobb, Freed y compañía; los Teatros del Canal, de Madrid, con Navarro Baldeweg; el edificio singular Torre Mare Nostrum, de Barcelona, con Enric Miralles y Benedetta Tagliabue; el edificio Torre Espacio, el más alto de Madrid, otra vez con Pei, Cobb, Freed y compañía; el Palauet de Palafolls, de Barcelona, otra vez con Arata Isozaki; el Auditorio Nacional de Música de Madrid, otra vez con J.M. García de Paredes; el Pabellón de Japón en la Expo de Sevilla, con Tadao Ando; el Museo del Hombre de La Coruña, de nuevo con Arata Isoza; el edificio Torre Sacyr-Vallermoso.
Martínez Calzón ha sido premiado no sé si con la esplendidez que se merece. A mi juicio son importantes el Premio Internacional Torre de Collserola y la medalla al mérito profesional concedida por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Construmat, de Barcelona, le ha premiado en cuatro ocasiones. Y tiene invitaciones a jornadas y conferencias internacionales francamente importantes. Los jóvenes de ahora, de los hombres como Martínez Calzón, dicen «es un sobrado». En efecto, es un sobrado «plural», porque, como escritor, resulta pasmoso.
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC
Investigador del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CISC)
Juan Carbonell Gisbert es un investigador de Fisiología Vegetal con categoría de Profesor de Investigación, que pertenece al Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CISC), y es también profesor de la Universitat Politècnica de València (UPV).
Nació en Alicante en 1946. Estudió Ciencias Químicas en la Universitat de València, con premio extraordinario de Licenciatura en 1968. En 1973, obtuvo el Doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid.
El año 1981 y parte del 1982 lo pasó en la Universidad de Berkeley investigando sobre la acción de las giberelinas en la capa de aleurona. En 1985 y 1989, volvió a estar 2 meses en Berkeley estudiando la construcción de genotecas. Y tres meses del año 1999 los pasó en el Salk Institute de La Jolla, en California.
Para los que hemos sido malos estudiantes, el currículo de Carbonell es francamente repugnante. Vean, vean ustedes lo que ha hecho la criatura a lo largo de su vida:
Proyectos de investigación: ha trabajado en 21 proyectos, pero, de esos 21 proyectos, en nada menos que 17 ha sido investigador principal o coordinador. Alguno de estos proyectos ha durado 5 años. Me refiero al titulado Senescencia de órganos vegetativos y reproductivos de plantas superiores que realizó entre 1988 y 1993. En general, a partir de 1993, la duración de sus proyectos es de tres años, como ha solido ser norma común. Significa esto que, no raras veces, en un mismo año ha llevado dos y hasta tres proyectos, como sucedió en 1988.
Publicaciones científico-técnicas: como pueden sabiamente suponer no le ha podido quedar mucho tiempo para publicar, pero, por lo visto, quizá a ratos perdidos, algo ha hecho también en este terreno la criatura. Nada menos que 52 papers registrados en el Citation Index, todos ellos con un número de citas francamente respetable (llega a 97 en algún caso). ¡Atención! En esto de los papers hay que leer con cuidado los autores porque, al ser trabajo de equipo, figuran varios nombres con autoría muy desigual. Hay que fijarse o en el primero o en el último nombre, porque entremedio puede figurar hasta el que traía los cafés. Pues bien, Juan Carbonell es el primero o el último de 32 papers. Tiene 2 papers en el Conference Proceedings Citation Index-Science, y uno de ellos como autor principal. Tiene además 5 papers más no recogidos en el Citation Index. Es autor de un capítulo en cuatro libros. Y ha escrito 3 artículos de divulgación científica.
Congresos: ha participado en la organización de 15 congresos científicos, pero ha impartido, además, 17 ponencias o conferencias plenarias. Ha tenido 7 comunicaciones orales en conferencias internacionales o reuniones de sociedades científicas.
Tesis doctorales: ha dirigido 12 tesis doctorales, pero, debo advertir que los nombres de los doctorandos son, en buena medida, los mismos que figuran como coautores de los papers de Carbonell. No se trataba en cada caso de una mera dirección de tesis, sino de una incorporación a una escuela de Fisiología Vegetal que ha surgido en torno a Carbonell y que él ha cultivado con mimo.
Como tiene 64 años le quedan todavía 6 para redondear un poquito este currículo. Sin contar con que a los 70 años le nombrarán Doctor vinculado, situación en la que estará activo hasta los 80. ¿Y cuándo va a descansar un poco este hombre? Dirán ustedes. Y yo les digo que nunca. Porque me ha dicho que se lo pasa pipa con estas cositas de la Fisiología Vegetal… y encima le damos un sueldo.
En realidad, ha llegado a ser el patriarca de la Fisiología Vegetal, al punto de que la propia definición más usual y convincente de esta materia es la que propone el mismo Carbonell: «La fisiología vegetal trata de responder a la pregunta de cómo funcionan los organismos vegetales en su conjunto, y también de cómo funcionan los órganos, tejidos, células, orgánulos, genes y moléculas que constituyen los vegetales, tanto aislados como en interacción con su entorno natural». O sea, por si no lo han seguido bien, la fisiología vegetal es, en definitiva, el intento por saber qué diablos es un vegetal.
No se crean que el asunto es una fruslería respecto a lo que cada uno de nosotros debemos pensar sobre nuestro «estar en el mundo». No hace mucho tiempo ignorábamos qué eran los animales. El médico de Medina del Campo, Gómez Pereira, escribía, todavía en 1554, su obra Antoniana Margarita donde negaba que los animales fueran capaces de tener sensaciones, porque, si fuera así, habría que concederles un alma indivisible y separable igual que la del hombre. Según Gómez Pereira, los animales se mueven por unas simpatías difusas y automáticas de las cosas, algo parecido a la relación de un imán con un trozo de hierro. Fue en 1797 cuando la Universidad de Quito sentenció que bruta animantia non sunt machinae, sed praedita sunt anima sensitiva.
Cuando yo estudié Filosofía escolástica todavía había una tesis que rezaba bruta non sunt mere automata. ¡Como para ir con estas ideas al Centro de Primates de Atlanta, donde un chimpancé aprende a gobernar un cohete espacial, o donde todos hablan profusamente con lenguaje humano usando las manos a la manera de los sordomudos, o donde los chimpancés jóvenes, en connivencia con las chimpancesas, hacen un teatro formidable para que el viejo jefe del harén no se entere de que le están poniendo los cuernos!
La Fisiología Vegetal, con el formidable desarrollo que ha tenido en el siglo XX, nos ha descubierto los aspectos dramáticos de la vida vegetal. Los trabajos sobre la senescencia de las plantas que Carbonell hizo entre 1988 y 1993 parecen acercar el sino de las plantas al de la propia vida humana. Cuando al pistilo de una flor le falta determinarse por llegar a ser fruto, busca las hormonas que son las que deciden. El pistilo alberga los óvulos, el polen poliniza el pistilo y luego las células germinativas del polen se unen con las células germinativas de los óvulos del pistilo. Pero, existen las proteasas que son enzimas que digieren las proteínas y se destruye el pistilo. De manera que una planta está siempre ante la disyuntiva de engendrar o morir. Pero, el hombre acechante ha descubierto que agregando hormonas vegetales pueden hacerse frutos sin semillas. Estas son las cosas con las que disfruta Carbonell y con las que se gana un sueldo más que merecido.
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC
Investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) de la Universidad de Almería
Estoy seguro de que muchos de ustedes saben ya que la provincia de Almería era, en 1970, la segunda más pobre de España en renta per cápita. Hacía el puesto 51 en la lista de 52 provincias españolas. También son muchos, sin duda, los que saben que, en el año 2000, Almería había pasado a ser en términos de renta per cápita la sexta provincia de España.
Había dejado de ser una provincia cuyos habitantes no tenían otro horizonte que la emigración a Alemania o a zonas industrializadas de nuestro país. De 6.000 hectáreas cultivadas que tenía en 1978 ha pasado a cultivar 30.000 hectáreas.
Yo creo que todo esto lo saben ustedes con mayor o menor detalle. El mar de plástico que ha surgido en Almería es una estampa muy conocida. Pero ¿sabían ustedes que en Almería se ha inventado un nuevo modelo de agricultura que tiene trascendencia mundial? ¿Un nuevo modelo de agricultura que convierte a Almería en la Roma de la tecnología agraria a la que peregrinan los expertos en cultivos del mundo entero? ¿Saben ustedes que la tecnología agraria almeriense, basada en la creación de millones de insectos -que dan buena cuenta de los organismos patógenos de las plantas- es la culminación de una serie de intentos que comenzó con la publicación, en 1840, de la Química agrícola de Justus von Liebig? ¿Saben ustedes que el principal protagonista de este fenómeno mundial se llama Javier Tello Marquina y está ahí sentado con ustedes? A propósito de la Química agrícola de Liebig digamos que, si hubiera que sintetizar la obra de Tello en dos palabras, podríamos decir que, gracias a él, la ciencia agronómica ha pasado de ser un asunto de Química a un asunto de Biología. Aunque a él le gusta más decir que se ha pasado de una mala agricultura a una buena agricultura.
Todo esto ha pasado en España, sin que nos enteremos, y uno piensa en la más sabia y concisa definición que hizo de nuestra patria el gran pensador Antonio Fraguas Forges cuando exclamó entre admiraciones ¡¡¡País!!!
Javier Tello nació en Priego de Cuenca en 1947. O sea, a los 7 años de que en España y en el mundo se generalizara el Dicloro Difenil Tricloroetano, más conocido como DDT. En 1973, en la Universidad Politécnica de Madrid terminó su carrera de ingeniero agrónomo. Y justo en los años 70 se empezó a saber que el uso masivo del DDT en la agricultura había invadido el forraje de las vacas, había pasado a las crías, y más tarde a la cadena alimentaria humana transmitiendo a la descendencia residuos de sustancias químicas nocivas para la salud.
También en 1970, tres años antes de terminar Tello su carrera, se concedió con gran aparato y grandísima celebración el premio Nóbel de la Paz a Norman Borlaug, inventor de la llamada «Revolución verde» que había tenido efectos espectaculares en la producción de trigo mexicano. Borlaug supuso el triunfo definitivo de la Química, ya que sus abonos de síntesis eran subproductos de la industria química. Con estos éxitos de Borlaug y de sus subproductos químicos nada tiene de extraño que el mundo agronómico español recibiera la directiva política de aumentar las 1.500 calorías por persona y día que entonces se producían. Ni la calidad del producto agrario, ni las repercusiones en el medio ambiente parecían preocupar con tal de aumentar la producción alimentaria.
Estas cosas las ha contado el propio Tello en una reciente entrevista en Uruguay y me dan pie para pensar que fueron causa coadyuvante del enfoque investigador que dio a su actividad profesional. En 1973, ingresó como contratado en el INIA de Tenerife, o sea, en un centro del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias. Sus estudios se dedicaron a las enfermedades de las plantas. En 1975, ascendió a funcionario. En ese mismo año se trasladó a Dijon de Borgoña para estudiar en el INIA francés la biología en suelos agrícolas y más en concreto los hongos fitopatógenos. En 1976, pasó al INIA de València y siguió estudiando el control de las enfermedades de plantas. Durante los tres años siguientes tuvo estancias de 3 o 4 meses en Dijon, pero, después de la tercera estancia en la capital de Borgoña, se incorporó al INIA de Madrid. Desde Madrid estudió las enfermedades de Levante y Murcia.
Tuvo un momento de aprecio de la «Revolución verde» de Borlaug hasta que se conocieron sus lamentables efectos sobre el propio suelo mexicano. A partir de ese momento, sólo pensó Tello en la creación de una verdaderamente «nueva» agricultura -había habido ya varias consagraciones de «nuevas agriculturas»- una agricultura sana para el hombre y no lesiva para el medio ambiente.
En 1992, fue llamado a Madrid, al Instituto Nacional de Semillas y Plantas de Vivero, para encargarse de los servicios de sanidad. Y, en ese mismo año, se firmó el Protocolo de Montreal para ir preparando el abandono del bromuro de metilo que tanto ha dañado a la capa de ozono. Tello fue designado consultor de Naciones Unidas para la vigilancia del uso del bromuro que comenzó en 1995. Este cargo le ha dado una gran resonancia internacional.
Pero, lo más importante de su aportación a una agricultura verdaderamente nueva fue su comienzo, en 1985, de sus investigaciones con los insectos que duraron de 18 a 20 años. Los resultados fueron siempre alentadores. En el año 2005, hicieron experiencias en diversas fincas totalizando 400 hectáreas de investigación; y, al terminar el año, se actuaba ya sobre 11.500 hectáreas resultantes del éxito obtenido con los insectos.
Un año antes, en 2004, los consorcios compradores alemanes amenazaron con suspender sus pedidos, si no se garantizaba que los químicos habían sido definitivamente proscritos. Fue una amenaza fecunda que marcaba con toda firmeza los derroteros por donde deberían navegar ya para siempre. Tello, con otros tres investigadores y con cuatro empresarios fundaron la empresa Mip System Agro S.L. a la que dedicaremos el próximo discurso, porque también ella recibe nuestra placa de Honor.
Javier Tello, de verdad, nos enorgullece conocerle y le agradecemos todo lo que ha hecho por nosotros.
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC
Quiero comenzar esta presentación con una mención llena de reconocimiento a la actual Ministra de Ciencia, Doña Cristina Garmendia, por los nuevos horizontes que ha abierto y piensa ampliar y solidar con la nueva Ley de la Ciencia.
Me refiero al fomento de la cooperación entre Universidades y Organismos Públicos de Investigación (OPIs), por un lado, y las empresas con iniciativas tecnológicas, por otro lado. Creo que puedo hacerlo, con todo amor a la verdad y sin temor a parecer tendencioso, porque los que me conocen y me leen saben que no me ha temblado nunca la mano a la hora de reprobar la política científica socialista.
La cooperación entre el mundo de la Ciencia y el mundo empresarial es una necesidad vital de la que lisa y llanamente depende nuestra prosperidad como pueblo. Y no es asunto fácil, entre otras razones porque nunca se ha hecho en términos apreciables; porque el mundo empresarial es fiel reflejo en esto de la sociedad española, cuya falta de cultura científica ha empezado a ser de sobra comentada; y porque el tempo laboral de la Administración a la que pertenecen los científicos públicos difícilmente se cohonesta con la urgencia y la prisa del mundo empresarial.
Debo confesar que lo que más me gusta de la empresa MIP SYSTEM AGRO es verificar que constituye un preciadísimo ejemplo de colaboración entre la Universidad de Almería y una empresa privada. Hablo de colaboración funcional y real como es la cesión de los Laboratorios del Departamento de Producción Vegetal de la Universidad de Almería o las instalaciones de la finca experimental UAL-Anecoop, también de la Universidad de Almería, para la experimentación que la empresa MIP SYSTEM AGRO tenía que hacer con colonias de abejorros.
La constitución de la empresa MIP SYSTEM AGRO se hizo en junio del 2006. Ya he hablado, en la presentación de Javier Tello, de que fue en el 2004 cuando se produjo la exigencia alemana de que desaparecieran por completo los subproductos químicos. No llegó ni a dos años después de la advertencia alemana cuando el grupo de colaboradores y de interesados en los trabajos de Tello se habían lanzado al difícil mundo de la empresa.
La empresa tiene un director gerente que es ingeniero agrónomo: Manuel Pérez Cano. El director técnico es el doctor ingeniero agrónomo Miguel de Cara García. Participan en el accionariado las empresas Méndez García e Hijos, Agrícola Pinar, S.L., Iberfol, S.L., y los investigadores Javier Tello Marquina, Francisco Camacho Ferre y Fernando Diánez Martínez. Miguel Egea Guirao es el experto en manejar abejas y abejorros y responsable de su producción. Tienen ya 25 trabajadores, de los cuales 6 tienen titulación universitaria.
En el último trimestre de 2007, MIP SYSTEM AGRO inició la producción de abejorros a nivel comercial. Fue el impulso de arranque de la empresa, pero en 2008 ya habían comenzado a producir cinco especies de insectos para control biológico: Eretmocerus mundus, Encarsia Formosa, Nesidiocoris tenuis, Aphidius Coleman y Lisiphlebus testaceipes.
Este último, el Lisiphlebus testaceipes, MIP SYSTEM AGRO ha sido el primero en producirlo y comercializarlo en España. En general, el uso de esta tecnología en el cultivo intensivo de hortalizas comenzó en Holanda en los años 80, pero, ha sido en Almería, y a partir de 2007, cuando el método del control biológico se ha desarrollado hasta llegar a las 10.000 hectáreas de invernadero.
Han hecho un gran esfuerzo para la producción de abejorros útiles para la polinización. Son estos insectos muy complejos en sus requerimientos térmicos, y sus resultados son desiguales. Ha habido éxitos espectaculares como en el cultivo del pimiento, pero, hay problemas todavía en los cultivos de tomate y en las cucurbitáceas de invernadero (melones, sandías, pepinos, calabacines) donde las plagas de pulgón a veces causan daños totales. Y es que la capacidad multiplicativa del pulgón es superior a la de sus parasitoides y depredadores y es necesario buscarles unos enemigos más rápidos en achaque de procreación.
Al llegar a este punto en la narración de las guerras agrarias biológicas -y quiero divertir un poco al auditorio- se me hace imposible no recordar al gran especialista en guerras surrealistas, Miguel Gila, y pienso en las cosas que diría con su famoso teléfono a los enemigos de los pulgones que tardan más que éstos en tener familia: «¡Machos! Que esto no es sólo la guerra, que es también como el Oeste, y en el Oeste ganan los que sacan antes».
La proyección internacional de MIP SYSTEM AGRO no afecta sólo a lo comercial. Venden sus productos a Italia, Portugal, Marruecos, pero, están en tratos con todos los países del Mediterráneo, teniendo un interés especial en Turquía donde se espera tener pronto un importante comprador.
Digo que no afecta sólo en lo comercial porque también colabora científicamente con Alemania. Tanto MIP SYSTEM AGRO como la propia Universidad de Almería.
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC
Alfredo García Aránguez – Director General de Elcogas
Elcogas es una empresa de Puertollano que se constituyó en 1992 para construir, explotar y comercializar una central térmica dedicada a la producción de energía eléctrica mediante la gasificación de carbón y otros combustibles alternativos. Su idea era radicalmente ecológica: producir energía eléctrica a partir de la combustión limpia de carbones de baja calidad y residuos de refinería.
Elcogas nació con los mejores auspicios de la Administración nacional y fue incluida en el ESEMA (Estrategia Energética y Medioambiental) y en el PEN (Plan Energético Nacional 1991-2000). Y tuvo, también, la bendición de Europa toda vez que fue incluida en el Programa Joule-Thermie (1994-1998), dentro del IV Programa Marco de Investigación y Desarrollo.
El accionariado fundacional de Elcogas nos muestra un respaldo español y europeo que hacen de la empresa un paradigma iluminador de lo que ha empezado a ser el mundo empresarial español en el contexto de la Unión Europea. En efecto, ENDESA poseía el 40% de las acciones; Électricité de France, 31,4 %; Iberdrola, 12%; Energías de Portugal, 8,6%; ENEL, 4,3 %. Tenían también participaciones menores Siemens, Bobcock and Wilcox y Krupp.
Todo hacía suponer que la aparición de Elcogas iba a trascender de manera muy principal en el panorama industrial europeo. La Comisión Europea y Elcogas firmaron en 1992 un acuerdo para que la actividad de Elcogas tuviera el carácter de Proyecto de Demostración Europeo o Proyecto Objetivo del Programa Thermie. Es obvio que este carácter de Proyecto de Demostración sugería la voluntad de extender esta clase de centrales de Ciclo Combinado por otras áreas del territorio nacional y europeo. En España, se transformó en Central de Ciclo Combinado la antigua instalación de Escatrón, en la provincia de Zaragoza.
Me parece que las expectativas de Elcogas se vieron seriamente afectadas por la aparición de un fenómeno ajeno e importante como fue la reestructuración del sector gasístico español con la fundación de la empresa Gas Natural, mediante la unión de Catalana de Gas, Gas Madrid, Repsol y Enagas. Esto fue el año 1991, pero, en 1996, había entrado ya en funcionamiento el gasoducto Magreb-Europa. ¿Detuvo todo esto la proyección de Elcogas tal y como se había previsto y anunciado? No nos extrañaría que así fuera, pero, en lo que no nos cabe la menor duda es que, en la actualidad, la empresa Elcogas vuelve a ser un punto de referencia interesante y rico para el mundo de la I+D española, hasta el extremo de que, yo mismo, en nombre de la Asociación Española de Científicos (AEC), cuando comuniqué la atribución de nuestra Placa de Honor a la empresa, escribía sin el menor empacho que tal distinción era «por constituir un ejemplo perfecto de lo que debe ser el mundo de la Investigación y Desarrollo en España muy acorde en la actualidad con las especificaciones que parece avanzar el borrador de la nueva Ley de la Ciencia».
Voy a concretar de manera más detallada en qué está la concordancia con la nueva Ley de la Ciencia.
El borrador de la nueva Ley de la Ciencia es una enumeración y descripción de las muy diversas formas con que la investigación pública y las empresas productivas pueden trabarse en una fecunda unión operativa. Se trata de fomentar esta unión, de que la creatividad del científico abra caminos al empresario para la producción de nuevos bienes que aumenten la competitividad de nuestra industria y la calidad de nuestro bienestar. Pues bien, Elcogas que sigue en la brecha de la investigación, se ha propuesto crear una planta piloto para la producción de hidrógeno que sirva como combustible líquido y para capturar dióxido de carbono, el famoso CO2 a partir del 2 por ciento del gas de síntesis producido en el gasificador de la planta de Gasificación Integrada en Ciclo Combinado. En este proyecto interviene la Universidad de Castilla-La Mancha con verdadera profusión. Ingeniería Química hará ensayos de laboratorio para reunir información en el proceso de producción de hidrógeno. El área de Química Física está haciendo una analítica de los gases de la planta. Y el área de Máquinas y Motores Térmicos está explorando el uso de gases ricos en hidrógeno como combustible.
Las actividades futuras de esta planta que podrían formularse como «Tecnologías avanzadas de conversión, captura y almacenamiento de CO2» y se intercambian con otros proyectos parecidos que llevan adelante en el Instituto del Carbón de Oviedo, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CISC), y en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas en el que se ha convertido la antigua Junta de Energía Nuclear.
Almacenar CO2, ya habrán comprendido ustedes que es impedir que pase a la atmósfera, y producir hidrógeno es aumentar nuestras fuentes de energía.
En este proyecto, cuya terminación estaba prevista para mediados de 2009, (por cierto, sería interesante que la representación de Elcogas aquí presente nos informara de cómo va) se van a invertir 9,5 millones de euros y se espera que Puertollano se ponga a la cabeza de esta tecnología en Europa. Se prevé que en 2020 haya en Europa 12 plantas dedicadas a la captura de CO2 y a una reducción de gases de efecto invernadero.
Obviamente, esta proliferación de instalaciones deberá producir retornos crematísticos a nuestra empresa de Puertollano. Y ya se está suscitando el interés de empresas como la alemana UHDE, propietaria de una patente de gasificación, que ha firmado un convenio de colaboración con Elcogas. Como dice Karsten Radtke, directivo de la mencionada empresa alemana: «la gasificación de carbón, coque y biomasa adquiere cada vez mayor significación a nivel mundial. El acuerdo de colaboración con Elcogas concede una enorme plataforma de conocimiento para ambas empresas».
Esperemos que se cumplan todas las previsiones. Mientras tanto, la AEC seguirá con interés y aliento todos los progresos de Elcogas.
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC