Catedrático de Ciencia Contemporánea de la Universitat Jaume I de Castelló
Recuerdo haber leído en Ortega, a propósito de la idiosincrasia germana, que nunca un boticario alemán machaca el contenido de un almirez sin haber considerado antes el significado que tal acción tiene en relación con el vasto complejo del Universo.
Y mi desconcierto llega al máximo cuando me cita a Leibnitz o Kant como a gente que algo tiene que ver con el desempeño de su menester. Confieso que, aun habiéndolo intentado a su vera, todavía no he llegado a saber qué es un físico teórico o, quizá más exactamente, un físico teórico como él.
Algo así le sucede a Federico García Moliner, que es incapaz de responder a una pregunta sin remontarse a los orígenes del asunto o sin aclarar los diferentes significados que puede revestir la palabra que hemos empleado. Y eso tiene su explicación.
Federico nació en Burriana, en 1930, aunque creo que considera su pueblo San Mateo, y parece que con algún fundamento porque en dicha localidad fue declarado Hijo Predilecto, no como en Salsadella, donde le hicieron Hijo Adoptivo. Todas tres coinciden en haberle dedicado una calle sea lo que fuere sobre la toponimia de su feliz alumbramiento. Yo quiero recalcar que, en todo caso, nació a la vista del Mediterráneo castellonense y, por eso, se me antoja que García Moliner representa como pocos la claridad mediterránea fruto de la cual es su capacidad de verlo todo en conjunto y desde su origen; o también la tendencia en cualquier cuestión a precisar con meticulosas disquisiciones de qué estamos tratando en puridad y de qué otras cosas no tratamos. Dicen que más de la mitad de la solución de un problema radica en plantearlo acertadamente. Federico es, por tanto, clamorosamente racional, lo que no le impide ser, al mismo tiempo, un confeso y ferviente antirracionalista.
En efecto, en un capítulo magistral titulado Ciencia y Valores, publicado en un libro colectivo sobre Valores básicos de la identidad europea, escribe García Moliner: «la Ciencia no se puede ver como el producto autónomo y aséptico de una fría maquinaria racional que funciona automáticamente. Olvidar esto acentuó la tendencia a desvincularla de toda idea de valores, algo que fue muy fácilmente asimilado por la comunidad científica por la comodidad que le supone, pero que es un enorme error». Antonio Fernández Rañada, eminente físico de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), dice de él: «es un hombre múltiple, un pensador sobre el mundo, no un especialista de visión estrecha […], se trata de un científico de gran cultura, con el que resulta estimulante mantener una conversación». Entre estos valores que defiende e incorpora, están la humanidad y la solidaridad, como luego diremos. Por eso, nada tiene de extraño que en su cátedra de emérito de la Universitat Jaume I de Castelló, donde se situó tras la jubilación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tomara como tema de estudio Aspectos Sociales, Culturales y Éticos de la Ciencia.
Al echar estas cosas por delante, antes de hablar de su biografía y de su curriculum me parece que yo mismo he pecado de cierto garcía molinerismo, porque presiento que a él no le habría parecido clarificador que lo presentara como eminente científico sin mayor aclaración.
Digamos, pues, que hizo el bachillerato en el Instituto Francisco Ribalta de Castellón y la carrera de Ciencias Físicas en la UCM. El doctorado en Física lo hizo en la Universidad de Cambridge, de Inglaterra. Aunque ese mismo doctorado hizo también, con premio extraordinario, en la UCM. En Cambridge, debió de dar muy buena cuenta de sí, puesto que le llamaron para ser Miembro Fundador del Patronato del Cambridge European Trust y Honorary Fellow del Fitzwilliam College. Ambas distinciones son elevadísimas. La primera se da a premios Nobel, a presidentes de Estado y a importantes científicos y políticos; la segunda la comparte con los Reyes de España y ningún otro español.
Ha sido tres años profesor en la Universidad de Illinois y luego en la Universidad Autónoma de Madrid, pero su dedicación profesional de por vida ha sido el CSIC, del que es Profesor de Investigación jubilado.
García Moliner resume así su aportación científica: «ha trabajado en distintos campos de la física del estado sólido: teoría de transporte (metales y semiconductores); fricción interna en metales y semiconductores; teoría de pseudopotenciales; estadística de quimisorción; problemas de superficies e intercaras en fluidos y sólidos (metales y semiconductores); heteroestructuras semiconductoras cuánticas (estructura electrónica, modos vibracionales y respuesta dieléctrica) y heteroestructuras cuasirregulares». Es conocido en todo el mundo su método de acoplamiento de las llamadas funciones de Green superficiales, que ha resultado decisivo para entender una variada fenomenología de ondas y electrones de sólidos. Todo esto resulta un tanto abstruso para los graduados en otras disciplinas, pero, no creemos exagerar si decimos -y esto ya se entiende mejor- que Federico García Moliner ha sido el introductor en España de la Física del Estado Sólido y el creador de la Escuela Española de la Física del Estado Sólido.
Ha fundado y dirigido dos institutos en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): el de Estructura de la Materia y el de Matemáticas y Física Fundamental. Su pasión por el conocimiento no es, pues, la de un connaisseur, sino la de una mente poderosa y jamás resignada ante esa huidiza explicabilidad última de la materia, o del «ente sensible» de los escolásticos, que siempre escapa hacia la opacidad del «ser». Por eso, Tiemblo, quizá a pesar suyo y de su rigurosa percepción de los límites de su menester, va convirtiéndose en un excitante merodeador de los umbrales de la metafísica.
El día en que Tiemblo termine sus trabajos sobre gravitación, la Física habrá encontrado horizontes nuevos respecto a la perspectiva einsteniana. Con todas sus consecuencias también de orden práctico. Mientras tanto, los miembros de la Asociación Española de Científicos (AEC) tendremos la satisfacción de haberle animado un poco con el diploma y la Placa de Honor AEC 1998 que le hemos entregado.
La Física de la materia condensada o del estado sólido estudia las propiedades de esta a partir de sus átomos y electrones. «Esto es ciencia básica, pero también aplicada», otra vez según el físico, Fernández Rañada, «porque todos los dispositivos electrónicos que hay ahora, entre ellos los de la comunicación, dependen de materiales sólidos, por lo que se trata de una investigación muy importante desde el punto de vista tecnológico y económico». Muchos de los elementos esenciales de los aparatos electrónicos, desde la televisión a las calculadoras y ordenadores o los fotómetros, están basados en el comportamiento de los electrones dentro de los sólidos.
Sus relevantes trabajos en disciplinas de tanta importancia y de tanta consecuencia práctica le granjearon, en 1992, el premio Príncipe de Asturias en Investigación Científica y Técnica. Integraban el jurado, entre otros, Severo Ochoa, Fernández Rañada, Grande Covián, Juan Oró y Julio Rodríguez Villanueva. Es miembro fundador del Comité de Materia Condensada, del Centro Internacional de Física Teórica que las Naciones Unidas crearon en Trieste. Tiene la Medalla de la Real Sociedad Española de Física, y es Socio de Honor de la misma. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lille…
No quiero seguir -y podría todavía un buen rato- porque estoy seguro de que a Federico le gustará más que emplee el escaso tiempo en recordar a los científicos que han querido enriquecerse con sus ideas y experiencias y que él mismo se ha encargado de traer y aposentar en un espléndido ejercicio de solidaridad. De Francia, de Alemania, de Polonia, de Eslovaquia, de México han venido a su vera gracias a sus desvelos, pero él recuerda, sobre todo, porque eran más necesitados y muy concienzudos, a los cubanos. Cuando escribas a Rolando dile que le hemos recordado.
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
Entre los especímenes más graves, responsables y sesudos de nuestra estirpe hispana, es frecuente la queja o la autoinculpación de que los españoles somos unos tipos excesivamente improvisadores, ligeros, superficiales, poco sistemáticos, más dados al impulso que a la reflexión y no desprovistos de una capacidad creativa que obedece a inspiraciones espontáneas más que a preparaciones concienzudas.
Estamos, además, en una Europa donde no faltan pueblos como los alemanes o los suizos, cuya imagen colectiva es la antítesis de este catálogo de achaques hispanos que acabamos de enumerar. Pues bien, esta Placa de Honor a don Manuel Moreno Cervera nos produce una satisfacción especialísima y un secreto regodeo porque viene a responder y contradecir a aquellos de nuestros compatriotas que se sienten europeos de segunda o que, en todo caso, echan de menos un mayor fuste humano en su genio colectivo.
Esta Placa de Honor de la Asociación Española de Científicos (AEC) que dedicamos a don Manuel Moreno Cervera va dedicada, en realidad, a los ingenieros españoles de obra pública que están a la cabeza del mundo desde hace mucho tiempo y cuya excelencia sólo es conocida y reconocida por escasos españoles. ¿Y qué tiene que ver esto con mis anteriores palabras? Tiene que ver, y mucho, porque cuando se conoce el modus operandi en una obra pública, especialmente en las de ubicación subterránea, se comprende que el genio creativo, rápido, improvisador e intuitivo del hispano dota de una relevancia especial al ingeniero español, sin perjuicio de que sus conocimientos científicos y facultativos sean, por otra parte, tan doctos y concienzudos como los del país más desarrollado.
Echegaray, Torres Quevedo y Torroja jalonan una tradición de aportaciones teóricas a la ingeniería civil que hace de nuestra patria lugar de peregrinación de extranjeros, europeos, norteamericanos y asiáticos, que llegan a nosotros interesados en el rastro de Torroja. Pero, más que a esta excelencia teórica -aunque dándola por supuesta- se ha de atribuir la fama de nuestros ingenieros civiles a ese aparejo temperamental que les permite afrontar la dirección de obra, con atrevimiento, con riesgo, con prontitud en la respuesta, con certera improvisación. Siguen así apareciendo nombres destacados en nuestra ingeniería de obra pública, como Javier Manterola Armisén, genial diseñador y realizador de puentes grandiosos, Ramón Iribarren, constructor de puertos, y Manuel Moreno Cervera, cuyo nombre irá vinculado a los túneles del AVE en la Sierra de Guadarrama para unir Madrid con Valladolid.
Los túneles de Guadarrama, cuya realización dirigió y coordinó Manuel Moreno Cervera, son la obra de ingeniería civil más grande de las que se han hecho en España. Como túnel es el quinto más largo del mundo, y el cuarto de Europa tras el Lötschberg. Son casi 29 kilómetros excavados en rocas ígneas, metamórficas, gneisses, y granitos con importantes problemas de tectonismo. Un cuidado exquisito con la ecología y la propia altura de la sierra impidió en gran parte del futuro recorrido hacer en el subsuelo rocoso calas verticales que anticiparan el conocimiento de las masas con las que habría de toparse la tuneladora. Hubo que penetrar en la montaña con un conocimiento genérico de sus componentes tectónicos y, como cabía suponer, surgieron situaciones conflictivas de suma gravedad como la falla de Valparaíso, donde la tuneladora se hundió 1,90 metros porque el terreno cedía a lo largo de 220 metros, la falla de la Carrascosa, la falla de la Angostura y la falla de la Umbría, tan reluctante que hubo de cambiarse el trazado del proyecto para rodear un componente del cretácico.
Las tuneladoras eran una fuente diaria de tensiones y complicaciones. Se trajeron dos Herrenknecht y dos Wirth de manera que la doble boca de cada extremo tuviera uno y otro modelo. En todo caso, ambos modelos tenían un escudo de ataque superior a 8 metros de diámetro y las tuneladoras de esas dimensiones, que habían empezado a implementarse a partir de 1995, todavía presentaban incógnitas y sorpresas en el año 2001 en que comenzó la obra de Guadarrama. La dureza y la abrasividad de estas rocas planteaban el desgaste rápido del filo de los discos cortadores, o su bloqueo por calentamiento del aceite de sus rodamientos. Al quedar parado un disco cambiaba la distribución del empuje o presión sobre los demás cortadores y esta alteración podía paralizar la totalidad de la máquina. Estas y otras eventualidades problemáticas eran el albur de cada día, pero, sus soluciones a cargo de estos ingenieros creativos y resolutivos no sólo permitieron seguir adelante cada día, sino que establecieron modificaciones en la geometría de movimientos de los discos de corte o alumbraron sistemas de refrigeración que vinieron a desarrollar y perfeccionar con valioso aporte el propio modelo con el que operaban. Esto es sólo un ejemplo de la constante aventura en la que se trabajaba y he querido mencionarlo aquí para que se comprenda por qué los ingenieros de caminos españoles, pertenecientes a este pueblo que pasa por improvisador y rápido en sus decisiones, son de lo mejor que tiene la profesión en el mundo.
Como ejecutoría profesional, y teniendo en cuenta la dureza y abrasividad de la roca en que se operaba, la obra fue un éxito que quizá podríamos calificar de espectacular. Se avanzó a ritmo de más de 16 metros por día y de 971 metros cada 30 días, o sea casi un kilómetro al mes. La totalidad de la obra llevó un tiempo de 32 meses. Se extrajeron 4 millones de metros cúbicos de roca. Trabajaron más de 4.000 personas. Y en mayo de 2005 estaba terminada la obra. Cada 250 metros hay galerías transversales que comunican los dos túneles. En el centro del trazado se ha construido un área de emergencia de 500 metros de longitud. Y es abrumador el aparataje para el suministro eléctrico, ventilación, aireación, y calidad del aire, detección de accidentes, radiocomunicación interior, telefonía interior, megafonía en galerías transversales, detección y extinción de incendios, detección de seísmos, sistema automático de gestión inteligente, y todos estos sistemas controlados con telemando desde las estaciones de Chamartín y Segovia.
Esta es la obra cumbre de este madrileño, bachiller por los marianistas del Pilar, miembro de una estirpe de ingenieros de caminos, los Moreno, y de otra de marinos, los Cervera, en la que brilla, desde la postrera historia de la presencia de España en América, el nombre del almirante Cervera.
Terminado en 1964 su doctorado en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos (a Don Manuel le gusta mencionar su título con todas las letras, aunque él haya resultado, a mi juicio, el rey de los túneles) empezó a trabajar como ingeniero jefe de obra en Entrecanales y Tavora. En 1968 y hasta 1974 pasó a Valconsa como jefe de obra del edificio singular Torre de Valencia, quizá su primer trabajo a lo grande y con especial responsabilidad. En 1974, ingresó en la Administración como Ingeniero Jefe de Servicio en la Subdirección General de Infraestructuras Ferroviarias del Ministerio de Fomento. A los doce años empieza su contacto con la futura Alta Velocidad al pasar a Director de Obra de la Construcción de la Línea de Alta Velocidad Madrid-Frontera Francesa para el tramo Calatayud-Ricla. Y, en 2000, es Administrador de Infraestructuras ferroviarias de las obras que actualmente lleva el ADIF, ente empresarial estatal, con el encargo de la línea de Alta Velocidad Madrid-Valladolid, en el tramo Soto del Real-Segovia-Valdestillas. Dentro de este tramo entraban los túneles de Guadarrama.
Estos son sus puntos de referencia profesionales o sus anclajes estables, por así decirlo, pero, entremedio hay una formidable relación de obras ferroviarias que es imposible enumerar aquí: 8 remodelaciones de estaciones de Metro en Madrid; renovaciones de vía en 5 líneas del Metro de Madrid, en la línea Puerto de Santa María-Sanlúcar; consolidaciones de terreno en el complejo estacional de Alonso Martínez de Madrid y 5 consolidaciones de infraestructuras en el ferrocarril de las cercanías de Bilbao; 6 estaciones de autobuses en distantes lugares de España; 5 obras en la estación de Santa Justa de Sevilla al construirse el AVE; 10 túneles en la Alta Velocidad Madrid-Zaragoza; en la misma línea de Madrid-Valladolid, los túneles de La Fuentecilla y Tabladillo; 10 supresiones de paso a nivel en el Oeste, Centro y Sur de España. Con especial cariño menciona él sus tres obras del AVE Madrid-Sevilla en Córdoba: las excavaciones previas con implicaciones arqueológicas, el soterramiento de la vía en la estación y la construcción de la estación. Aunque les parezca mentira, todavía dejo sin mencionar la friolera de 62 intervenciones de proyecto o de obra que es imposible traer aquí.
Esta es la obra del hombre en quien vemos representada la ingeniería civil española. Su obra de los túneles del Guadarrama no es sólo meritoria por su grandeza, dureza y abrasividad, sino porque es una formidable intervención en la obra del Creador, convirtiendo en un solo espacio geográfico las dos mesetas hasta hace poco separadas por el Sistema Central. Y, ya que los túneles del Guadarrama han sido los desencadenantes de este homenaje, nos parece justo y congruente mencionar a quienes le han secundado: Javier del Barrio y Antonio Muñoz, en los tramos del Sur, y Enrique Torres, Pedro Gómez Escribano, Joaquín Roura y Ricardo Ferreras, en los del Norte. Tampoco podemos olvidar a José Antonio Cobreros Aranguren, director de línea, a Rafael López Palomar, que fue el antecesor de Moreno Cervera y comenzó la dirección de las obras, a José Miguel Fernández de Castro, coordinador de asistencias técnicas, y a los directores de obra, Manuel Herrera y Carlos Conde. Todos estos sí hacen España.
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC
Científico del Centro de Astrobiología (centro mixto del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas)
Sin llegar a ser profesionales de la psicología o especialistas en tipología humana, todos tenemos la intuición de que en el aparejo temperamental y mental de cada individuo humano hay notas dominantes o predominantes que determinan la personalidad en un sentido, al tiempo que excluyen el sentido contrario.
Así, decimos de uno que es todo cerebro, con tendencia a ser frío y calculador, y de otro decimos que es todo corazón. En lo intelectual, advertimos que hay talentos analíticos, que pueden -por así decirlo- diseccionar ordenadamente un enunciado o un conjunto de enunciados; y hay un talento sintético que puede resumir en una sola expresión una situación compleja o intuir de una forma global un nuevo campo de la realidad.
Algunos tienden fundamentalmente a pensar, otros consideran vano todo lo que no sea «hacer». Está el tipo serio y más bien callado, y está el tipo cómico o festivo y extrovertido. Aunque puede haber humoristas serios que son un intermedio entre los dos anteriores.
Traemos todo esto a colación porque lo más notable de la personalidad de Don Juan Pérez Mercader o de Juanito Pérez Mercader es una portentosa mezcla de contrarios. Es analítico y es creador y sintético; es un cerebro y es un amigo entrañable; es pavorosamente serio en la administración de su tiempo y en el uso ético de su vida; y es lo más desenfadado, desinhibido, alegre, cachondo (con perdón) y un «boquita de piñón» en la relación personal; penetra hasta perderse de vista en los más remotos arcanos del Universo, y luego divulga sus hallazgos de forma que le entiende hasta un analfabeto. He dicho antes Don Juan y Juanito, porque entre los dos agotan todo lo humano. Él vive mucho en Marte, como veremos, y, por eso, se me ocurre imaginar que si un día mandaran a un marciano a la Tierra para enterarse de cómo es el hombre, bastaría con enseñarle a Pérez Mercader y decirle: «ya puede usted volverse, ya ha visto todo».
Juan lleva asuntos que, si terminan con bien, pudieran reportarle un premio Nobel; por ejemplo, el tema del origen de la vida a partir de la materia. ¡Qué curiosidad tengo por saber cómo sería su comparecencia en Estocolmo! ¿Se tocaría con un castoreño andaluz recordando a García Márquez en parigual circunstancia? ¿Se limitaría a una súbita cuchufleta? Ojalá lo sepamos algún día para gloria de España.
Siempre he creído que Juan era onubense por sus referencias en la conversación. Por eso, me extrañó que hace dos años le nombraran nada menos que Hijo Predilecto de la Provincia de Sevilla. Error mío. Juan nació en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira el año 1947, pero, hasta los 18 años vivió en Huelva. Volvió a Sevilla para hacer la carrera de Ciencias Físicas, pero, no paró ahí su andadura estudiantil. Al terminar su carrera fue a Dublín para hacer un Master of Science in Mathematics and Theoretical Physics en el Trinity College y, concluido, saltó el Atlántico para hacer un Master of Philosophy por la City University of New York, seguido de un doctorado en Física Teórica por el City College of New York que fue convalidado en Madrid por la Universidad Complutense de Madrid.
En 1980-1982, lo tenemos ya en Baton Rouge como Investigador Asociado postdoctoral en la Universidad del Estado de Luisiana. Y, en el primero de estos dos años, publica ya, nada menos que en la revista Physical Review, la más importante del mundo en Física, su trabajo sobre la Nueva Renormalización que explica nuevos fenómenos y fenómenos de auto-organización del Universo. Al año siguiente, en la misma revista, publica un trabajo donde predice la desintegración del protón. Esto lo hace en la sureña Luisiana, pero, científicamente, se sitúa ya para toda su vida en pleno «territorio comanche», porque Pérez Mercader trabajará siempre en las cuestiones más difíciles, actuales y debatidas de la Física de nuestro tiempo. El año 1983 está en Nuevo México, es decir, en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, donde nacieron las bombas atómicas. Al año siguiente vino a España para hacerse un lugar entre los suyos, perox volverá a vincularse con Los Álamos en 1990 y en eso está hasta nuestros días.
Resulta imposible referenciar cabalmente sus numerosos e importantísimos trabajos sobre supercuerdas, sobre el problema de la constante cosmológica, sobre la materia oscura, sobre los orígenes físicos de la irreversibilidad del tiempo, sobre aspectos teóricos y experimentales de la teoría general de la gravitación, sobre el origen de las leyes de escala en astrofísica, geología y biología, etc. Son más de un centenar de trabajos originales publicados en las más prestigiosas revistas internacionales, como Science, Physical Review, Physical Review Letters, Proceedings of the Nacional Academy of Sciences of the USA, Nuclear Physics B., etc.
Parecía un niño malo que siempre va a donde hay jaleos y pedradas, porque Pérez Mercader se ha venido metiendo en las cuestiones físicas más arduas y acuciantes de la actualidad. Pero, andando el tiempo, hemos visto que sus objetos de atención cambiaban hacia la biología. No se trata de un capricho ni de una derivación desacorde con su anterior dedicación. Lo que sucede es que, desde 1996 (más o menos), investiga intensamente en las bases teórico-experimentales necesarias para establecer un puente entre el Big Bang y la vida que nos permita comprender los eventos que han tenido lugar en la evolución del Universo y que han desembocado en la aparición de la vida en el planeta Tierra. Dicho de manera más desenfadada, trata de saber si la vida es una consecuencia de la evolución del Universo. La inevitable referencia a Darwin debe ser matizada, entre otras cosas, porque Pérez Mercader se remonta mucho más arriba que Darwin, quien, al fin y al cabo, parte del hecho de la vida y, en cambio, queda más corto que Teilhard de Chardin en cuanto que se detiene en la vida sin fijarse en el Hombre como culminación de la vida, según propone el jesuita francés.
A esta preocupación por la vida debe Juan la más importante de sus realizaciones visibles: la creación del Centro de Astrobiología (centro mixto del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en asociación con el NASA Astrobiology Institute. Es un edificio de 10.000 metros cuadrados que alberga a más de 100 científicos e ingenieros dedicados a una tarea interdisciplinar desde la Robótica y las Telecomunicaciones hasta la Biología y la Ecología. Para el Nacional Research Council de Estados Unidos el Centro de Astrobiología español «es un modelo de lo que ha de ser un Centro de Astrobiología real».
Desde su creación en 1999, ha colocado a España entre las tres primeras potencias mundiales en esta área de ciencia básica y de tecnología. Y a este Centro se debe en buena parte que haya empezado a revolucionarse la forma en la que se hace búsqueda de vida en la exploración planetaria. Porque, en realidad, es el concepto de vida el que se viene modulando especialmente en lo que se refiere al oxígeno. Sus investigaciones en Rio Tinto, en las que ha participado la NASA, muestran la existencia de una rica biodiversidad microscópica que desde hace 500.000 años se alimentan de metales pesados y no dependen del oxígeno. Son los supuestos con los que se busca vida en las exploraciones de Marte.
Pérez Mercader es un científico mundialmente reconocido: premio de la Gravity Research Foundation, de Massachussets; Cruz del Mérito Aeronáutico, del Ministerio de Defensa de España; Gran Cruz del Mérito Aeronáutico, concedida por el Rey de España; NASA Distingued Public Service Medal, la más alta distinción de la NASA; elegido por la European Physical Society y la Swiss Nacional Academy of Sciences para impartir una de las dos lecciones conmemorativas del Centenario de las Publicaciones de Einstein en Berna; Académico de la European Academy of Arts and Sciences; Académico de la Internacional Academy of Astronautics; y otros que tenemos que omitir por falta de espacio.
Pérez Mercader ha dado su nombre al Centro de Formación Municipal de La Rinconada (Sevilla), al Instituto de Enseñanza Secundaria de Corrales (Huelva), y a la Escuela-Taller de Alcalá de Guadaira. Además, es Medalla de Oro de Andalucía, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Huelva, Medalla de Plata de la Ciudad de Huelva, Hijo Adoptivo de La Rinconada, Medalla de Oro de la ciudad de Sevilla… ¡Qué grande debes de ser, querido Juan, cuando la connatural envidia de tus connaturales es mucho menor que el afán de poseerte!
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC
Ingeniero Asesor Técnico del fabricante de trenes TALGO
TALGO va a dar a la industria española del ferrocarril un tren puntero capaz de competir en la Alta Velocidad mundial e, incluso, de liderarla. Tiene como nombre AVRIL, que es el acróstico de Alta Velocidad Rueda Independiente Ligero.
Va a ser el más rápido del mundo. Con sus 380 kilómetros hora aventajará en 20 kilómetros al AGV de la firma ALSTOM. En la actualidad, el tren más veloz es el SIEMENS S103 de RENFE que está homologado para circular a 350 kilómetros hora, aunque, en España no pasa de 300 por la limitación de sus vías e instalaciones ferroviarias.
El AVRIL no tendrá máquina tractora. Llevará sus motores distribuidos por el 42 % de los ejes de las ruedas. Al evitar el tirón del motor delantero o el empujón del motor trasero se quitan tensiones en la estructura interna y se da suavidad y armonía a los movimientos. Sus coches serán bajos y tendrán el piso de entrada y salida a la misma altura que el andén de las estaciones. Esto hará más expedita y rápida la entrada y salida de viajeros y se ganará tiempo en las paradas.
TALGO quiere superar la capacidad viajera de la serie TALGO 102. Va a pasar de 310 plazas a 470 en el formato normal, pero, podrá llegar a los 540 viajeros en la versión llamada «alta capacidad». Tendrá un ahorro de energía notable al aligerar el peso que pasará de 322 toneladas a 287. Consumirá un 7% menos por kilómetro lo que traducido a energía por viajero da una reducción del 31 % del consumo energético. Podrá fabricarse en diésel o en híbrido.
El proyecto tiene sorpresas en el diseño de interiores y va a modificar apreciablemente la forma de Pato en el comienzo de la composición, dándole mayor penetración en el aire y haciendo más ostensible la referencia zoológica, porque los focos delanteros sugieren al primer golpe de vista los ojos del anátido. El recuerdo de Walt Disney se hace presente y envuelve la cabeza de la composición en un simpático aire de Pato Donald. No nos extrañaría que el público se apresure a llamarle Donald tan pronto como vean el AVRIL. Su versatilidad geográfica va a ser suma, porque podrá adaptarse a cualquier ancho de vía.
Con este proyecto en estado avanzado, TALGO sale al paso de una limitación que ha podido restarle venta: su aforo relativamente pequeño. Los compradores de trenes dan especial importancia a la capacidad viajera y al ahorro de energía, cualidades ambas que caracterizan al AVRIL y son quizá, junto con la equiparación de alturas entre las puertas y los andenes, los señuelos más vivaces para salir a la competencia.
La competencia es dura y poderosa. Lo ha sido siempre desde que Goicoechea y Oriol pusieron en marcha una nueva concepción del tren que es cabalmente la que terminaría por hacer posible la Alta Velocidad en el mundo. Siemens, East Japan Rail, Korail, Caf Siemens, Alstom, Bombardier, etc., constituyen empresas con una capacidad patrimonial y financiera algunas de ellas muy superior a la de los propietarios de TALGO. La excelencia de TALGO se ha basado siempre en su acometividad tecnológica y en un particular espíritu de riesgo y valentía que, como enseguida veremos, viene de sus fundadores. Poco debe TALGO a la política, por no decir más bien nada, cosa que no pueden decir algunos de sus más poderosos competidores que se han beneficiado de avenencias interestatales o de compensaciones por dramáticos favores.
En efecto, desde sus comienzos en la década del 40 y principios del 50, cuando TALGO sorprende al mundo con el tren articulado ligero, la empresa ha venido marcando unos jalones que nos place recordar ahora a falta de una relación completa de sus progresos que requeriría un tiempo del que carecemos.
En 1968, TALGO sorprende con el sistema RD que permite cambiar la distancia entre ruedas para acomodarse a otro ancho de vías. La consecuencia más inmediata es que se puede estrenar el viaje Madrid-París sin transbordo. En 1980, aparece el TALGO pendular que consigue la basculación de las cajas por una inclinación natural que aprovecha la inercia del coche en las curvas. También en 1980, se introduce el sistema de amortiguación entre cajas que permite a un coche neutralizar un movimiento irregular del coche vecino mediante una amortiguación hidráulica telescópica. En el año 2000, se hace el TALGO XXI con lanzaderas de Alta Velocidad de tracción integrada en cabeza y cola o sea sin tractora visible y con ancho de ejes variable. En el mismo año, el TALGO 350 y el tren de Alta Velocidad TALGO 250 con sistema RD o sea de cambio de ancho de ruedas. Finalmente, cabe reseñar la locomotora TRAVCA de Alta Velocidad y cambio de ancho cuyo nombre es el acrónimo de Tren Regional de Alta Velocidad, que incorpora el ancho variable de ejes a una unidad motora. Se hace compatible, y ese es su mérito, la Alta Velocidad con el cambio de distancia entre ruedas.
La empresa TALGO que hoy queremos distinguir con nuestro modesto galardón se ha acreditado como un permanente dinamismo de creatividad y de originalidad. Y, si ello es así, se debe a dos hombres que, desde el principio, en 1942, le imprimieron una manera de ser, de pensar y de sentir que dura hasta en nuestros días. Son Alejandro Goicoechea Omar y José Luis Oriol Urigüen. El primero es un ejemplo para los investigadores y tecnólogos de nuestros días; el segundo es un ejemplo para nuestros empresarios.
El asunto es de la máxima actualidad. La ministra Cristina Garmendia está desarrollando todo un pensamiento para cambiar la economía financiera española por una economía real. Se trata de situar en su papel a los catedráticos, a los científicos y a los empresarios para que, entre todos, transformemos el sistema productivo. A los científicos e investigadores les pide originalidad y audacia; a los empresarios les pide ser capaces de creer en la ciencia y arriesgar su dinero. Goicoechea y Oriol son de máxima actualidad en el sentido que apuntamos. Yo quisiera insistir más en Oriol, en su formidable valor humano y en su capacidad de creer, cuando todos sus asesores le desaconsejaron prestar oídos al proyecto de Goicoechea. Él tuvo intuición, claridad y personalidad para ver el proyecto, juzgarlo con juicio propio, creérselo y arriesgar su patrimonio.
Quiero insistir en esta idea del riesgo patrimonial porque en España ha habido una curiosa percepción de los Oriol. El hecho de que José Luis Oriol creara una espléndida fundación para becar estudiantes, o construyera el Cerro de los Ángeles o levantara conventos carmelitanos le constituyó en una especie de Creso, poco menos que dueño de este país, cuando todo su esplendor patrimonial se debía a la generosidad y a la responsabilidad social que otros más ricos que él no tuvieron. En este contexto su apoyo a Goicoechea y su interés por el TALGO se toma casi como un capricho de rico o como una peculiaridad de carácter en todo caso incapaz de perturbarle el sueño. La realidad es que todo esto fue para él un verdadero quebradero de cabeza y que, en cierto momento, para poder financiar el proyecto TALGO, estuvo pensando hasta en vender su enorme y preciosa finca de El Plantío, donde vivía él y su familia. Hoy lleva la tecnología de la empresa un jubilado de la misma, don José Luis López Gómez, quien no ha querido retirarse porque siempre se ha sentido en TALGO como continuador de aquella patriótica aventura.
Y es que don Alejandro y don José Luis no sólo crearon una empresa, sino un espíritu y una cultura. El mismo espíritu se ve también en su actual presidente Carlos de Palacio Oriol. Y decía antes lo de patriótica aventura, porque pocas cosas han dado tanto prestigio a España como el tren TALGO.
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC
Antonio Álvarez Berenguer – TOLSA
Con esta importante empresa madrileña nos sucede algo verdaderamente curioso. En realidad, tendríamos que ofrecerles dos Placas de Honor AEC (Asociación Española de Científicos).
No es una cuestión cualitativa, como si quisiéramos insinuar que el compromiso empresarial de TOLSA con la ciencia y la tecnología es doblemente superior en intensidad al de las demás empresas que aquí hemos venido distinguiendo. Sucede que TOLSA, junto a sus intereses empresariales, que responden como en todas las empresas al afán de lucro, se ha visto invitada a colaborar en la investigación académica y paleontológica de los fósiles que han puesto al descubierto sus movimientos de arcillas.
En sus yacimientos de Cerro Batallones, de Torrejón de Velasco y en el Cerro Almodóvar, de Vallecas, se han descubierto fósiles que convierten al Madrid del Mioceno, o sea, de hace nueve millones de años, en un verdadero paraíso cinegético y en una tierra subsahariana llena de plantas tropicales y de múltiples y amenos arroyuelos. Mastodontes, jirafas de cuello corto, cebras, rinocerontes sin cuernos, tigres con dientes de sable, osos, tortugas, caballos salvajes, hienas, cánidos, cabras, una especie de panda rojo, martas, mofetas etc. Sabemos que en esos tiempos no había hombres sobre la Tierra. De otro modo, pensaríamos que fue entonces cuando se inventó aquello de: «de Madrid al Cielo».
Pues bien, la empresa TOLSA no se ha desentendido del aspecto académico que presentan sus yacimientos y participa en la financiación de esta clase de excavaciones junto con la Comunidad Autónoma de Madrid y con el Ministerio de Ciencia e Innovación. Intervienen también paleontólogos y geólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investiaciones Científicas (CSIC), de la Universidad Complutense de Madrid, de las Universidades de Zaragoza y València, del Museo Nacional de Historia Natural de Paris, de la Universidad de Cambridge, de la John Moores de Liverpool y del Museo Nacional de Historia Natural de Leiden. Y con los alumnos de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente organiza visitas muy detalladas a la empresa e imparte cursos sobre las materias relacionadas con los yacimientos. Y estamos en España, no en Norteamérica. ¿Sólo esto no merece ya una Placa de Honor con independencia de su actividad empresarial?
Pasemos, pues, a la TOLSA empresarial y comprometida con la Ciencia, la Tecnología y la Innovación a efectos productivos y lucrativos como corresponde a toda empresa normal. Hablemos, pues, de la otra Placa. TOLSA se constituyó en 1957 con la instalación de su primera factoría en Toledo para extraer y tratar minerales no metálicos. En 1970, TOLSA adquirió la explotación de Silicatos Anglo-Españoles que tenían en Vallecas el mayor yacimiento de sepiolitas del mundo. En 1976, se construye la fábrica de Madrid para el tratamiento de sepiolita, silicato de magnesio hidratado, y de la atapulgita, silicato alumínico y también de magnesio hidratado. Pero, la expansión continúa y, en 1986, se crea la filial de Francia, en 1987, la de Bélgica, en 1990, la de Italia, en 2001, la de Argentina, aunque entre medio se ha adquirido una empresa ya constituida en Inglaterra (1996), otra en Senegal (1988) y otra en Holanda, en 2002. Además, se adquieren yacimientos en Marruecos (1999) que vienen a sumarse a otros en América del Sur y en Europa. Nuevamente, quiero recordarles que estamos hablando de una empresa española que es claramente una importante multinacional. ¿Cómo se explica este formidable y rápido crecimiento?
Para nosotros no caben dudas. A los dos años de comprar Cerro Almodóvar, en las proximidades de Vallecas, en 1972, TOLSA creó un departamento de I+D. En esos años, no se hablaba de I+D en general, y pocas empresas se ocupaban de lo que hoy en día expresamos con la grafía I+D. Su investigación es tan intencionada y pragmática que el departamento de I+D está organizado por áreas que se corresponden con las líneas de negocio de la empresa:
A propósito de su investigación científica y tecnológica no podemos pasar por alto la rica y multiforme colaboración, tanto para investigaciones básicas como aplicadas, que TOLSA ha tenido con los centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas: Instituto de Cerámica y Vidrio, Instituto de Ciencia de Materiales de Cantoblanco, Instituto de Polímeros, Instituto de Catálisis, ahora en Cantoblanco, etc. Estas investigaciones han dado lugar a numerosas patentes y a muchos artículos de revistas sumamente prestigiosas. De ellas han salido productos para cerámicas avanzadas y procesos de activación de los minerales que obtiene TOLSA para obtener geopolímeros, productos muy prometedores que pueden ser los cementos del futuro, o, también, materiales compuestos que se obtienen haciendo reaccionar estos minerales inorgánicos con compuestos orgánicos…
Estas investigaciones – si se me permite – de rabiosa actualidad demuestran que, si se hacen las cosas bien, se puede llegar al primer plano mundial. Entendemos por hacer las cosas bien no sólo la estrecha cooperación con las entidades científicas y de investigación, sino el realismo y el sentido común para inventariar, en primer lugar, como ha hecho TOLSA, los recursos naturales del país. En esta península Ibérica, extenuada en sus recursos mineros y naturales desde la antigua Roma, existían todavía minerales con los que se hacían, por ejemplo, los jaboncillos de sastre con los que nuestras madres marcaban sus costuras, y con los que había fabricado una finísima porcelana «genuinamente española» la antigua Real Fábrica de Porcelana del Retiro, la que destruyeron las tropas de Wellington durante la invasión napoleónica. TOLSA reexaminó estos materiales, consciente de que la investigación científica de nuestro tiempo puede descubrir nuevas virtualidades en lo que ha venido siendo desechado o desatendido. El resultado ya lo hemos visto: una formidable multinacional cuyas bases estaban ahí, a las puertas de Madrid. Qué bien ha ponderado esto que decimos la revista del Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial que ha sacado un artículo titulado TOLSA, una mina de ideas.
Estas ideas pueden ser aparentemente vulgares, como la fabricación de camas para perros y gatos con la que empezó la empresa, utilizando la capacidad de absorción de sus minerales para eliminar los olores de las mascotas. O puede referirse a productos poco visibles como los aditivos de efectos reológicos para controlar los flujos y deformaciones de la materia en los hormigones, los espesantes, suspensionantes, mejoradores de la trabajabilidad de morteros, yesos, hormigones, etc. Esta mina de ideas que es TOLSA, en el fondo, es una nueva visión de la realidad que tenemos delante y no apreciamos. La I+D utilizada como lo hace TOLSA nos lleva a interesantes descubrimientos sin tener que embarcarnos en ninguna carabela.
Estas investigaciones – si se me permite – de rabiosa actualidad demuestran que, si se hacen las cosas bien, se puede llegar al primer plano mundial. Entendemos por hacer las cosas bien no sólo la estrecha cooperación con las entidades científicas y de investigación, sino el realismo y el sentido común para inventariar, en primer lugar, como ha hecho TOLSA, los recursos naturales del país. En esta península Ibérica, extenuada en sus recursos mineros y naturales desde la antigua Roma, existían todavía minerales con los que se hacían, por ejemplo, los jaboncillos de sastre con los que nuestras madres marcaban sus costuras, y con los que había fabricado una finísima porcelana «genuinamente española» la antigua Real Fábrica de Porcelana del Retiro, la que destruyeron las tropas de Wellington durante la invasión napoleónica. TOLSA reexaminó estos materiales, consciente de que la investigación científica de nuestro tiempo puede descubrir nuevas virtualidades en lo que ha venido siendo desechado o desatendido. El resultado ya lo hemos visto: una formidable multinacional cuyas bases estaban ahí, a las puertas de Madrid. Qué bien ha ponderado esto que decimos la revista del Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial que ha sacado un artículo titulado TOLSA, una mina de ideas.
Jesús Martín Tejedor
Presidente de la AEC