A cargo de Enrique J. de la Rosa.
Profesor de Investigación CSIC, (CIB) Madrid, y Vicepresidente de la Asociación Española de Científicos.
Es un placer y un honor el participar un año más en el acto de entrega de las Placas de Honor de la Asociación Española de Científicos (AEC). Es un acto, permitidme calificarlo de pequeño, pero también entrañable, que busca poner de manifiesto el esfuerzo y el talento dedicado en España a la generación del conocimiento, a la difusión del mismo y a su aplicación en beneficio de la sociedad. Es aún un placer mayor, y una tarea fácil, el presentar los méritos del Dr. Amador Menéndez Velázquez quien, precisamente, ha dedicado su talento y su esfuerzo a la generación de conocimiento, a la difusión del mismo y a su aplicación en beneficio de la sociedad.
Amador es licenciado (1992) y doctor (1999) en Química por la Universidad de Oviedo. En los principios de su carrera, compaginó la investigación con la docencia como profesor de Matemáticas en los Institutos de Educación Secundaria de Cerdeño (Oviedo) y Cangas del Narcea, donde también fue coordinador de Nuevas Tecnologías.
Este pluriempleo no le impidió, o quizás incluso le facilitó, desarrollar el programa Molfinder, una tecnología de análisis topológico de mapas de densidad electrónica asistida por inteligencia artificial. El programa se publicó en 2003 y, ya en agosto de 2004, fue adoptado por el Congreso Mundial de la Química y la Cristalografía como el programa prototipo para la determinación del enlace químico y la estructura molecular.
Amador ha investigado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en la Universidad de Oviedo, en el Laboratorio Europeo de Radiación de Sincrotrón (ESRF) y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Actualmente, investiga en el Centro Tecnológico IDONIAL (Asturias). Su investigación se ha centrado en la Nanociencia y la Fotónica, tanto de los procesos básicos como de los desarrollos tecnológicos disruptivos con aplicación en ámbitos como la generación de energía, la eficiencia energética y la salud humana.
Para dar idea de sus logros investigadores, destacaré que, en mayo de 2010, en el MIT, junto con otros cinco investigadores, estableció el récord mundial de eficiencia en la captura de energía solar, récord que seguramente fue efímero, pero no por ello menos indicativo del nivel de su investigación, conscientemente orientada al beneficio de la sociedad.
Además de sus desarrollos sobre energía solar, catalogados entre las mejores tecnologías emergentes del año 2013 por el Departamento de Energía de Estados Unidos, también investiga en la fotosíntesis artificial para la generación de hidrógeno verde.
Asimismo, Amador ha participado en el desarrollo de materiales fotocrómicos y termocrómicos, que aplicados a elementos arquitectónicos como las ventanas de los edificios las convierte en «ventanas inteligentes«. Esto es, que permiten regular el flujo de luz y calor hacia el interior de los edificios, ahorrando así en calefacción y refrigeración.
En el campo de la salud, investiga en fotofarmacología, fármacos activados por luz, así como en el desarrollo de una nueva generación de filtros avanzados y lentes oftálmicas neuroprotectoras y terapéuticas.
Yo conocí inicialmente a Amador por su labor divulgadora como organizador de la Semana de la Ciencia de La Nueva España, a la que tuvo la amabilidad de invitarme como ponente. Posiblemente, su pasión divulgadora se cimenta en sus doce años como Profesor de Enseñanza Secundaria, etapa en la que no solo fue un innovador en el aula y un pionero en la utilización de las Nuevas Tecnologías, sino que proporcionó a sus alumnos el contacto con personalidades e instituciones científicas de relieve.
Siendo labor imposible listar sus actividades divulgativas en prensa escrita, radio, conferencias, libros, etc., sirva como indicativo de su nivel alguno de los galardones recibidos: el Premio Europeo de Divulgación Científica 2009, el Premio Prismas de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología 2013, el Premio Iberoamericano de Comunicación 2016, el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2017 por su libro Historia del futuro. Tecnologías que cambiarán nuestras vidas y el Premio Nacional a la Difusión de la Ciencia 2018, otorgado por la Confederación de Sociedades Científicas de España.
A estos reconocimientos se unen otros como el Premio Nacional a la mejor iniciativa educativa por el aprovechamiento de Internet en el aula 2005, el Premio de la Sociedad de la Información del Gobierno del Principado de Asturias 2005, el Premio Nacional de Arquitectura Avanzada 2018 y el Premio Nacional SOCIEMAT 2021 de Ciencia y Tecnología de Materiales.
Hoy se une a todos ellos la Placa de Honor AEC 2023, lo que nos honra a sus miembros tanto como al Dr. Amador Menéndez Velázquez.
Sr. Presidente de la Asociación Española de Científicos, D. Manuel Jordán Vidal, y demás miembros del Consejo Rector, autoridades, galardonados, compañeros y amigos. Señoras y señores, muy buenas tardes.
Son muchos los sentimientos que en este momento pasan por mi cabeza. Pero, por encima de todos ellos, destacaría el de gratitud. Muchas gracias, Asociación Española de Científicos (AEC). Muchas gracias, Dr. Manuel Jordán Vidal, en calidad de Presidente de esta Asociación; un agradecimiento que hago extensivo al resto de miembros del Consejo Rector y, en particular, al Profesor Enrique de la Rosa. Gracias, querido Enrique porque creo que has tenido mucho que ver en todo esto. Gracias también por tus muy amables y generosas palabras. Es para mí un gran honor que glose mi figura el Dr. Enrique de la Rosa, un referente mundial de la Biología Molecular, y ex Director del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Me honra también compartir esta Placa de Honor con el resto de galardonados en el día de hoy y con los que, años atrás, nos precedieron. Felicidades Isabel, María del Mar, Sergi, Santiago e Instituto Geológico y Minero, representado por la Dra. Ana María Alonso Zarza. Felicidades también a Margarita del Val, aquí presente, y a todos los galardonados en las diferentes ediciones.
Comencé mi carrera investigadora estudiando colectivos, colectivos de átomos unidos entre sí mediante enlaces químicos. Conocida la estructura molecular con precisión, era el momento de buscar aplicaciones prácticas. Una vez escuché a un Nobel la frase: «Ciencia es lo que le enseña un padre al hijo, tecnología es lo que le enseña el hijo al padre». No tengo hijos, pero sí sobrinos; soy, además, el mayor de cuatro hermanos. Yo les enseño las leyes de Newton o las reacciones químicas, pero son ellos los que me instruyen con la tableta electrónica o el último teléfono inteligente. Quizás, sin querer, me empujaron al lado más tecnológico. Y así un buen día llegué al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la gran catedral de la tecnología.
Corría el año 2009 cuando me incorporé al MIT. Por aquel entonces, Susan Hockfield era la presidenta de la institución. Su nombramiento en el año 2004 había causado un gran impacto mediático. Era la primera mujer en dirigir el MIT. Pero esa no era la noticia más impactante. La noticia más sorprendente fue que una bióloga, Susan Hockfield, dirigiría el MIT, la mejor escuela de ingeniería del mundo. La elección no fue casual. En el fondo, representaba una llamada de atención a la comunidad científica, una llamada para inspirarse en la biología. Ciertamente, la Naturaleza es una maestra en innovación. 3800 millones de años de I+D+i, desde ese primer momento en el que apreció la vida en la Tierra, la avalan.
MIT me impregnó ese espíritu biomimético. Así, por ejemplo, en nuestras investigaciones nos inspiramos en las plantas para tratar de atrapar eficientemente la radiación solar. Casualidades de la vida, un reputado biólogo, el Profesor Enrique de la Rosa, glosa hoy mi figura. Quizás el destino ha querido recordarme de que no me olvide nunca de la biología como fuente de inspiración.
Me detendré ahora en el progreso científico-tecnológico. El conocimiento acumulado por generaciones de investigadores traza un mapa de lo conocido, cuya geografía podemos recorrer. Pero, en algún momento, alcanzamos los límites de lo conocido. Ahí comienza el viaje de verdad. En esencia, la búsqueda del conocimiento científico reside en aventurarse por esos caminos inexplorados, aún conscientes del riesgo inherente.
A lo largo de mi carrera científica, me han atraído especialmente los caminos más inexplorados, los proyectos científico-tecnológicos de alto riesgo. Creo firmemente en la necesidad de apostar por este tipo de proyectos, los cuales pueden derivar en tecnologías disruptivas en beneficio de la sociedad. El gran físico y filósofo Gerard Holton apuntaba: «El punto de partida en la Ciencia no es la objetividad, sino la creencia apasionada en algo que puede que no exista, pero que merece la pena buscar».
Pablo Neruda decía: «Juegas todos los días con la luz del Universo». Y a eso enfoco mis investigaciones. Desde el nanomundo, trato de domesticar la luz en beneficio de la salud humana y la del planeta, dos grandes desafíos de nuestra era. La nanofotónica puede ser un gran aliado a la hora de abordar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Pero más allá de sus aplicaciones prácticas, la Ciencia es una fascinante aventura intelectual. Y, como tal, merece ser contada. A la divulgación científica dedico también parte de mis esfuerzos, como apuntaba el profesor de la Rosa.
En ese largo camino, en el camino de la vida, siempre estuve arropado por mi familia, en especial por mis padres, a quienes debo todo en la vida. Tuve también la fortuna de cruzarme y colaborar con muchas personas en diferentes instituciones, y ahora en IDONIAL, de las que me he enriquecido humana y profesionalmente. Y, en ese camino, sigo encontrándome con gente maravillosa y muy interesante, como en el día de hoy, un día que siempre llevaré en mi corazón.
Quiero terminar como comencé: por una parte, felicitando a todos los galardonados en el día de hoy y en las diferentes ediciones; por otra parte, reiterando mi más sincera gratitud a la Asociación Española de Científicos. Pasearé esta Placa de Honor con mucho orgullo por el mundo.
A todos ustedes, Sr. Presidente y Consejo Rector de la Asociación Española de Científicos, autoridades, galardonados, compañeros y amigos, señoras y señores, muchas gracias.
A cargo de Patricia Aparicio Fernández.
Directora General de Relaciones de Gobierno y Profesora Titular del Departamento de Cristalografía, Mineralogía y Química Agrícola de la Universidad de Sevilla.
Excelentísimas autoridades, premiados y familiares de los premiados, estimados colegas y amigos, en primer lugar, quiero felicitar a todos los galardonados y a sus familiares por esta distinción. Asimismo, quiero agradecer a la Asociación Española de Científicos (AEC), y en especial a su Presidente, la oportunidad que me han dado de poder participar en este acto presentando a mi compañera y amiga Isabel González Díez, y así poder dar algunos detalles de su currículum y personalidad, que la hacen merecedora de esta distinción, que se concede por primera vez a una catedrática de nuestra universidad.
Se trata de un momento muy emotivo para mí, ya que me unen muchos momentos personales y profesionales. Ambas tuvimos la suerte de ser discípulas del mismo maestro, nuestro añorado Emilio Galán.
Isabel estudió Ciencias Geológicas en la Universidad de Zaragoza, y llegó a la Universidad de Sevilla para realizar su tesis doctoral, con la que obtuvo el Premio Ciudad de Sevilla, y que fue y continúa siendo un referente para la geología de Sevilla y su entorno.
El mismo año de la lectura de su tesis, su investigación en arcillas dio un giro hacia la mineralogía aplicada aplicada, ya que entró de lleno en el mundo de la cerámica tradicional, tema en el que ha trabajado desde entonces. No sólo abordó la mineralogía y propiedades técnicas de las arcillas, así como la formulación de nuevos productos con mayor valor añadido, sino también la interpretación paleogeográfica de estas formaciones. En esta línea de investigación, ha tenido diversos proyectos nacionales y autonómicos, así como una alta colaboración con empresas.
Más tarde, y gracias a varios proyectos con la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, se introdujo en el campo del medio ambiente, abordando las emisiones de flúor, cloro, azufre y dióxido de carbono derivadas de la transformación térmica de las arcillas cerámicas. Estos trabajos fueron pioneros en España, cuando nadie apostaba entonces por la trascendencia ambiental de las emisiones de la industria cerámica. Los datos de estos estudios han sido posteriormente básicos para la normativa de emisiones de la Junta de Andalucía.
En 1998, un hecho insólito vino a cambiar parte de la actividad investigadora de nuestro grupo de investigación: el accidente de la mina de Aznalcóllar. Nuestro grupo investigación, estuvo desde el primer momento inmersos en la valoración de la contaminación de los suelos de diversas áreas afectadas, antes y después de las labores de limpieza. Esto provocó que Isabel comenzara a trabajar en contaminación de suelos, área en la que actualmente es referente a nivel internacional.
Merece la pena citar el gran aporte que estas investigaciones han supuesto para la administración autonómica. Ya que dispone de valores de referencia propios para conocer cuando un suelo se puede considerar contaminado por elementos traza. Además, dispone de los fondos (baselines) a nivel de Andalucía de los principales elementos traza en los suelos (As, Cd, Co, Cu, Hg, Ni, Pb, Zn), inclusive contextualizados para los distintos dominios geológicos, juntos con sus anomalías y el carácter geogénico o antropogénico de las mismas. Y, finalmente, dispone también de Niveles Genérico de Referencias propios.
Hoy el grupo de investigación Mineralogía Aplicada, liderado por Isabel, continúa trabajando en la Faja Pirítica de Huelva, donde las aportaciones realizadas a la especiación químico-mineralógica de elementos traza en suelos y sedimentos, y a la consideración mediante criterios científicos de lo que debe ser un suelo contaminado, está sirviendo para que la Administración, empresas y particulares puedan solventar con el mínimo gasto posible muchos problemas de contaminación, evitando esfuerzos innecesarios de recuperación.
Isabel es el autora y coautora de ciento cuarenta publicaciones científicas, la mayoría de ellas relacionadas con geología y mineralogía de arcillas, minerales y rocas industriales, y en contaminación de suelos y atmósfera por elementos traza. Ha participado en la redacción de veinticuatro libros o capítulos de libros sobre la Mineralogía aplicada y el Medio ambiente. Ha presentado más de cien trabajos científicos en congresos cincuenta de ellos de carácter internacional. La Dra. González ha dado numerosas conferencias en diferentes foros científicos. Ha colaborado en más de cincuenta proyectos financiados por Entidades públicas Nacionales e Internacionales, Comunidades Autónomas y Empresas, sobre temas relacionados con recursos naturales y Mineralogía Aplicada (catorce de ellos liderado por ella). Ha recibido distintos premios y distinciones a lo largo de su trayectoria investigadora.
Es evaluadora desde 1995 de la ANEP en el área de Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales, de la Agencia de Evaluación de Castilla y León desde el año 2004, de los proyectos de investigación de la Universitat Jaume I de Castelló desde 2002, y del VI Programa Marco Europeo desde 2003 (propuesta por la Universidad de Sevilla). También ha sido invitada por el Comité del Premio Nobel de Química, para designar a los candidatos para el Premio Nobel de Química en 2011 y para el Premio Nobel de Física 2014.
Es importante destacar la transferencia tecnológica realizada a empresas. Este proceso ha dado lugar a más de una treintena de contratos de colaboración, varios informes y el desarrollo de tres patentes. La transferencia tecnológica se ha llevado a cabo con la empresa Comercial Cerámica de Bailén desde 1994, se ha asesorado al laboratorio de I+D+i de la empresa MALPESA desde 1999, a la empresa EMAPLICADA desde 2005 (spin-off creada a partir del Grupo de Mineralogía Aplicada, y ganadora del premio Arco Iris concedido por la Consejería de Innovación Ciencia y Empresa a la mejor cooperativa innovadora en 2008). Por último, se ha establecido una plataforma para la transferencia tecnológica con INNOVARCILLA (Bailén), en 2012, y COSENTINO, en 2022.
Quisiera destacar que toda esta actividad científica, Isabel la ha compaginado con su actividad intensa docente. Desde 1982, ha impartido docencia en las Universidades de Zaragoza, Huelva y Sevilla, concretamente en las Licenciaturas de Geología, Química, Farmacia, Biología, y en los grados de Química, Doble Grado en Química e Ingeniería de Materiales, Grado en Ingeniería Civil, en Ciencias de la Educación, así como en Másteres, Programas de Doctorado y Cursos de Formación Complementaria. Ha sido Presidenta de la Comisión Académica del Programa de Doctorado Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Universidad de Sevilla y, actualmente, es Ponente de Geología para la PEVAU en nuestra universidad.
Isabel es una excelente docente, que contagia entusiasmo e ilusión, y que cuenta con el reconocimiento de sus alumnos entre los que me encuentro. El Presidente de la AEC, mi gran amigo Manu, y yo misma fuimos afortunados en formar parte del alumnado del curso Arcillas: mineralogía, geología y aplicaciones que se impartió en nuestro departamento en 1992 y en el que una embarazadísima Isabel nos transmitió tu amor por la investigación en arcillas.
Se suele decir que las personas extraordinarias lo son gracias a su actitud y carácter. Pues en el caso de Isabel, doy fe de que esto es así: es generosa, positiva, optimista, alegre y espontánea, de risa contagiosa, llena de una gran energía, con la que no para de pensar en nuevos retos, a pesar de que insista que ya le toca jubilarse. Enhorabuena Isabel, por este reconocimiento tan merecido y mis felicitaciones de nuevo a los familiares y amigos de Isabel que la acompañan en este momento tan especial.
Buenas tardes, Sra. Vicerrectora de Estudiantes de la Universidad de Sevilla, autoridades académicas, miembros de la Asociación Española de Científicos (AEC), profesores, investigadores, galardonados, señoras y señores.
Me gustaría iniciar estas palabras con un agradecimiento a la Asociación Española de Científicos (AEC) y. en concreto. al Consejo rector y a su Presidente por haber tenido a bien otorgarme esta distinción que siempre llevaré con orgullo y agradecimiento. Me honra sobremanera recibir esta placa por muchas razones, pero una de ellas, y creo que importante, es por el reconocimiento a una labor investigadora en Mineralogía Aplicada y. por ende. en Geología, ciencia que últimamente está un poquito abandonada, aunque cualquiera que estuviera hoy en esta sala no tendría esa percepción, ya que tengo el honor de compartir este galardón con el Instituto Geológico y Minero, por lo que me siento feliz. También porque por primera vez se otorga a una mujer científica de la Universidad de Sevilla.
Permítanme decir que a pesar de los errores que tengan estas palabras comprometen toda mi gratitud a instituciones como la Universidad de Zaragoza, Universidad de Sevilla y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que han contribuido a mi formación, han posibilitado el desarrollo de mi labor investigadora y me han permitido trabajar en lo que me gusta, siempre me he considerado una privilegiada por ello. También a las personas, es imposible nombrarlas a todas, que durante estos años, han confiado en mí, apoyando mi trabajo con su inestimable ayuda.
Por supuesto, quiero felicitar al resto de galardonados, por sus grandes logros científicos, sociales y de divulgación tan importantes en nuestra vida. Para todos nosotros, el estar hoy aquí es sinónimo de esfuerzo, dedicación, paciencia, y sacrificio, y, en ocasiones, empatía como hace unos días se ha puesto de manifiesto en la entrega de los premios Princesa de Asturias. Valores todos ellos que, en nuestra sociedad actual, donde impera la inmediatez, no son tan populares, pero, en mi opinión, muy necesarios. También a mi querida compañera y amiga Patricia Aparicio por sus amables palabras que posiblemente no merezca.
Antes de escribir este discurso, esperé a que se apagara el ruido para que mis palabras salieran, como siempre, del corazón. He recibido un honor muy grande y, cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y en mis hijos. La yaya, una mujer que si tuviera que definirla es puro coraje y fuerza, gracias mama por tenerte siempre tan cerca, y mis hijos Eduardo e Isabel, mis dos pilares que me han apoyado en todas las decisiones que he tomado: veros crecer, aprender y madurar me hace sentir muy orgullosa y me da la fuerza para seguir adelante, gracias por los magníficos momentos que hemos pasado juntos y los que vendrán.
Un recuerdo especial a quienes hoy no están aquí pero que hubiesen disfrutado mucho de este momento mi padre y mis suegros, y a mi maestro Emilio Galán, porque sin él, sin sus enseñanzas, no hubiese sucedido nada de esto ni estaría pronunciando estas palabras. Este acto me ofrece la oportunidad de decir una vez más públicamente que, pese a los años, sigo siendo una alumna muy agradecida por todas sus enseñanzas científicas y humanas, entre ellas, poder conocer al Dr. Sanfeliu y a sus magníficos discípulos, que bien nos formaron, Dr. Jordán.
Este premio no es solo un reconocimiento a mi trabajo, que he intentado realizar con la mayor seriedad, haciendo camino al andar, aprendiendo sobre la marcha, estudiando, investigando, curioseando y un largo etc., pero nada hubiese sido posible sin la dedicación y el esfuerzo de todo el Grupo de Trabajo de Mineralogía Aplicada (Cinta, Joaquín, Domingo, Adolfo, Antonio, Paloma, Patricia, Juan Carlos, Olivia) y de mis compañeros, y además amigos, del Área de conocimiento de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad de Sevilla, de la Universidad Pablo de Olavide y de la Universidad de Murcia, los que están actualmente en activo y los jubilados.
El éxito que hemos logrado juntos, desarrollando distintas líneas de investigación, y realizando una importante labor de transferencia tecnológica, no hubiese sido posible sin vuestra valiosa contribución y compromiso, algunos meses de julio dan fe de ello. Gracias por vuestro entusiasmo, por vuestra dedicación al trabajo, por vuestros aportes y por secundarme en tantas ideas, propuestas y proyectos, muchos de ellos un poco locos, pero que hoy vemos realizados, y que serán los pilares sobre los que se siga apoyando el desarrollo futuro de nuestro trabajo.
Es verdad que actualmente estoy en una etapa de medio despedida, pero quiero deciros que no permitáis nunca que en épocas difíciles, que vendrán, especialmente en esta etapa de cambios, la rutina, el conformismo o el desaliento entren en vuestro día a día, todo lo contrario, luchad por mantener el espíritu de innovación y el entusiasmo que os ha caracterizado todos estos años y que ha sido el motor para lograr la mayoría de las metas que nos hemos propuesto.
No quiero olvidar ni dejar de lado una de las dos vertientes más importantes de mi vida. He hablado un poco de trabajo, pero no quiero dejar pasar esta oportunidad para decir que me siento realmente orgullosa de tener una corta pero gran familia, Dori, Javier, Primi, Pol, Elvira, siempre os tengo muy cerca, y unos magníficos amigos, que hoy también están aquí, algunos llevamos compartiendo vida desde hace más de 50 años, realmente soy una afortunada.
No puedo nombrarlos a todos, pero gracias por todas las risas que hemos compartido, por las tardes de café y oporto, fresas con chocolate, por las charlas profundas, por los abrazos reconfortantes y por las aventuras inolvidables. Creo que, además de la tesis que he empezado a dirigir, y con la que estoy realmente ilusionada, deberíamos escribir un libro de divulgación con todas las anécdotas vividas.
Por último, no tengo palabras suficientemente expresivas para manifestar mi agradecimiento por su presencia y por la paciencia con la que me han escuchado. Gracias a todos.
A cargo de María del Carmen Risueño.
Profesora de Investigación CSIC, (CIB) Madrid, y Vicepresidenta de la Asociación Española de Científicos.
Excelentísimas Autoridades, queridos colegas, amigas y amigos.
Conocí a María del Mar algunos años atrás, preparando mi candidatura a la Presidencia de la Sociedad Española de Biología Celular (SEBC) y tratando de formar un equipo activo para dinamizar la Sociedad e impulsar este área del conocimiento en España, como nos requerían las Sociedades internacionales, ECBO, IFBC, etc.
Y nos encontramos personalmente cuando celebramos la primera Reunión de la JD de la SEBC en el CIB.
Es un honor presentar los méritos que hacen a María del Mar Malagón merecedora de la Placa de Honor de la Asociación Española de Científicos (AEC) como un gran referente en España en su ámbito de conocimiento en el campo de la Biología Integrativa y Fisiología, Endocrinología, Obesidad y Enfermedades Metabólicas, por sus contribuciones de alto impacto y relevancia internacional y su importante y decisiva Gestión de la Ciencia en dicho ámbito.
María del Mar es Licenciada en Biología (Universidad de Córdoba, 1985) y Doctora en Ciencias Biológicas (Universidad de Córdoba, 1989). Actualmente, es Catedrática de Biología Celular (Universidad de Córdoba), desde el año 2008, y Subdirectora Científica del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC).
También es coordinadora del Área de Nutrición, Enfermedades Endocrinas y Metabólicas del citado Instituto Maimónides (IMIBIC) y Hospital Universitario Reina Sofía/Universidad de Córdoba, así como de la Comisión de Formación de dicho Instituto.
En primer lugar, su estatus de Catedrática, Subdirectora y Coordinadora del Área de Endocrinología Obesidad y Enfermedades metabólicas es una consecuencia lógica de su formación, de su destacada labor docente, y de su relevante labor científica con alto impacto internacional – con mas de 145 artículos científicos-, directora de 9 Proyectos del Plan Nacional, 2 Acciones Integradas Hispano-Francesas, 2 Proyectos de Excelencia y 1 Proyecto de la Consejería de Salud (Junta de Andalucía), 2 Patentes, directora de 18 Tesis Doctorales, Miembro del Comité Editorial de las revistas Endocrinology, Journal of Integrated Omics, General and Comparative Endocrinology, previamente del Journal of Neuroendocrinology, y editora asociada de Frontiers in Neuroendocrine Science, y desde 2016 dirige el Programa de Doctorado en Biomedicina de la Universidad de Córdoba. Todo lo cual evidencia su compromiso con la Universidad y la Ciencia Española.
En segundo lugar, ese compromiso ha hecho que María del Mar haya tenido a lo largo de su carrera numerosos cargos de representación y gestión tanto a nivel nacional como internacional, y merece destacarse que es la actual Presidenta de la Sociedad Española para el estudio de la Obesidad (SEEDO), asumiendo un importante compromiso social en contra de graves lacras que ocasiona esta enfermedad muy arraigada originando seria discriminación que en nada ayuda a estas personas.
Es miembro de la Fundación de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) (2011-), de la Junta Directiva de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) (2014-) y de la Fundación de dicha Sociedad (2017-). Ha sido Tesorera y Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Biología Celular (2001-2011), Consejera de la International Federation of Comparative Endocrinology Societies (2001-2005), Consejera de la Societé de Neuroendocrinologie (Francia) (2006-2009) y Miembro del Comité Científico de la International Regulatory Peptide Society (2008-). Y ha formado parte del Comité Científico de los congresos organizados por dichas Sociedades científicas.
En tercer lugar, hay que resaltar su importante y decisiva Gestión de la Ciencia Española en dicho ámbito de la Biología Integrativa, Fisiología, Endocrinología y Obesidad en base a su alta y amplia especialización, en paralelo con su tarea docente y labor científica. María del Mar ha sido: Adjunta del Área de Fisiología y Farmacología de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP) (2005-2009) y Gestora del Área de Biología Integrativa y Fisiología (BFI) de la Subdirección General de Proyectos de Investigación del Ministerio de Economía y Competitividad (2010-2014) y, actualmente, es miembro del Comité Técnico de la Dirección de Evaluación y Acreditación de la Agencia Andaluza del Conocimiento (2014- ). Es también evaluadora de l’Agence Nationale de la Recherche (ANR, Francia), l’Agence d’Evaluation de la Recherche et de l’enseignement Supérieur (AERES, Francia), la Research Grants Council of Hong Kong, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de la Argentina, de la National Science Foundation (NSF, EE. UU.), y del Fondo de Investigaciones Sanitarias (ISCIII). Habiendo además participado en paneles de evaluación de las convocatorias: Miguel Servet, Ramón y Cajal, JIN y L’Oreal.
Y ¡cómo no! A María del Mar aún le queda tiempo para promover y divulgar la ciencia, motivando e ilusionando a niños y jóvenes mediante su participación habitual en la noche de los Investigadores.
Aunque muy brevemente, no puedo dejar de describir su Línea de investigación como Directora del Grupo de Adipobiología en.
Y, en cuarto lugar, aunque muy brevemente, no puedo dejar de describir su Línea de investigación como Directora del Grupo de Adipobiología en la:
Entre sus hallazgos en este tema tan complejo, están sus Resultados sobre: por qué algunos obesos desarrollan enfermedad metabólica, mientras que otros parecen estar protegidos y permanecen sanos a pesar de tener un exceso de tejido adiposo, determinando así las posibles dianas con interés terapéutico.
La meta de esta línea de investigación es aportar nuevo conocimiento útil a la sociedad, además de formar a los investigadores del futuro.
Con su permiso, transcribo su deseo científico (que me parece apasionante): Conseguir establecer dianas útiles para el diseño de estrategias de diagnóstico o tratamiento de las enfermedades asociadas a la obesidad, dado que -«se asume»- que la voluntad de la persona es la que determina si está delgada o no, … y eso es un gran error.
Por último, permitidme mencionar, aunque me estoy alargando un poco, mi asombro por cómo María del Mar, ha podido hacer tanto en tan poco tiempo.
El Compromiso Social que se ha marcado María del Mar y en su Presidencia de la SEEDO, en especial «en favor de las personas con obesidad», es de gran recorrido y de mucha envergadura, ante el hándicap de ¿Por qué la obesidad no se considera una enfermedad si conlleva tantos riesgos asociados?, y pasa por cuestionar algunas opiniones equivocadas que estigmatizan la obesidad.
Como esa opinión generalizada, ya mencionada, que asume que la obesidad depende de la voluntad y autocontrol del paciente, incluso en ambientes científicos no especialistas en obesidad -decir que es una enfermedad-, la respuesta de todos es, «pues que cierre el pico, ¿no?», lo cual, como viene manifestando María del Mar, es mucho más complejo que eso y uno de los conceptos más erróneos que contribuye a impedir que la obesidad se considere una enfermedad (entrevista reciente a El País).
Bromas al margen, y para terminar, también querría explicar las razones no científicas de este homenaje: resulta que, además de toda esta biografía de trabajo útil y eficaz, María del Mar es una persona racional y razonable, voluntariosa, agradable y siempre dispuesta a ayudar y apoyar a quien lo necesita, y a quien se interesa por los mismos asuntos a los que ha dedicado su labor científica.
Tiene alma de maestra que regala lo que sabe y que se alegra con la mejora de sus alumnos y los éxitos de sus amigos.
Sobre todo por esto último, muchas gracias, María del Mar.
Quiero agradecer, en primer lugar, a la Asociación Española de Científicos, AEC, y a su Presidente, Profesor Manuel Jordán Vidal, por el premio que me han concedido. Hago extensivo mi agradecimiento a todos los miembros del Consejo Rector de la Asociación.
Es un verdadero honor y un placer recibir esta distinción tan prestigiosa de una Institución con tan larga tradición; viendo el nombre de los premiados anteriormente y también de los que han recibido el premio en esta edición, a los que felicito, me siento humildemente agraciada por esta concesión. Mi gratitud especial a la Vicepresidenta de la Asociación, la Dra. Mari Carmen Risueño, por su apoyo y cariño y por las generosas palabras que me ha dedicado. Tuve el placer de coincidir con la Dra. Risueño hace ya varios años, cuando ella era Presidenta de la Sociedad Española de Biología Celular (SEBC) y yo, Tesorera.
Además de iniciar una larga y bonita amistad, aprendí muchas cosas de la Dra. Risueño, entre otras, a valorar la diversidad de la ciencia, porque no hay ciencia grande ni pequeña si tiene calidad. También aprendí de ella que hay que apoyar y alentar a los jóvenes que inician su carrera, que luego se convertirán en los científicos y científicas que no solo mantienen, sino que además mejoran la ciencia que se hace en nuestro país.
Durante el tiempo que pasé en la Junta Directiva de la SEBC, también coincidí con un magnífico grupo de investigadores, incluyendo a la Dra. Sánchez Testillano, vocal de esta Asociación. Con ellos, me inicié en la organización de actividades científicas y han sido además compañeros de viaje en mi carrera investigadora/profesional.
Hasta aquí he hablado de maestros, maestra en este caso, y compañeros, porque si miro retrospectivamente mi carrera, creo que he tenido mucha suerte de encontrar y compartir este camino con tanta gente extraordinaria. Porque en ciencia hay que ir más allá de uno mismo. Aparte del gran esfuerzo que creo que hacemos los investigadores para conseguir hacer ciencia, muchas veces a costa de nuestras relaciones familiares y personales, lo que se hace y se consigue es posible gracias a las personas que nos rodean; solo mencionar a personas como mi Director de Tesis, el Dr. Francisco Gracia-Navarro y de postdoc en la Universidad de Rouen (Francia), Dr. Hubert Vaudry, o colegas como el Dr. Carlos Diéguez, y muchos otros colaboradores que son referentes todos ellos en investigación o en gestión de la ciencia.
Resalto la gestión de la investigación porque, de manera paralela a la gestión del laboratorio y de mi grupo, he tenido la oportunidad de participar en la evaluación de proyectos de investigación y de recursos humanos para distintas agencias, de nuevo, afortunadamente, acompañada por personas de una enorme calidad científica y humana, siempre empeñados en defender y apoyar, a veces salvar, la buena ciencia y los buenos científicos. Esta es la gran gestión, o la gestión a gran escala, que he hecho y sigo haciendo habitualmente, pero ahora también puedo disfrutar de hacer gestión más local, en el Instituto de investigación de la Universidad de Córdoba, el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC), donde desde la Subdirección Científica, junto con el Director del Instituto, Dr. Pablo Pérez Martínez, del que nunca dejo de aprender (de nuevo, la suerte de tener a gente extraordinaria alrededor), puedo emprender acciones, muchas veces pequeñas, para facilitar el trabajo de los investigadores, los más senior y los más jóvenes.
Y cierro el círculo con los más jóvenes y volviendo a la ciencia. Una de las tareas más bonitas y reconfortantes de mi vida profesional y, en general, creo que de todos los que nos dedicamos a la ciencia, es la capacidad de formar a las personas que pasan por nuestros grupos.
Han sido ya muchos investigadores predoctorales y posdoctorales a los que he podido dirigir o encaminar o ayudar en su investigación y que ahora veo con orgullo que han formado sus propios grupos o que, incluso estando fuera del sistema de ciencia, porque es muy difícil quedarse, siguen su camino y se convierten en maestros de las siguientes generaciones. Quiero mencionar aquí también el placer de haber participado en la formación docente, que te «obliga» a estar al día de todo y a transmitir, de otra manera igualmente interesante y gratificante, el amor por la ciencia. Porque, al final, ese ha sido el motor de mi vida profesional.
Como mencionaba anteriormente, aunque la carrera investigadora es trabajosa y, en ocasiones, dura, la ciencia es divertida y emocionante, por lo que te aporta a nivel personal, y solidaria y necesaria para construir un mundo en el que las personas vivan mejor. Ahora mismo estamos celebrando aquí, en Sevilla, el XIX Congreso de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), sociedad que presido en la actualidad acompañada por una Junta Directiva compuesta por gente extraordinaria (otro círculo que se cierra desde mi inicio en la SEBC). Justo en este momento, mientras estamos celebrando estos premios, está teniendo lugar una manifestación en el Paseo de Colón, aquí en Sevilla, organizada desde la SEEDO para apoyar a las personas que sufren esta enfermedad, desde una sociedad científica y desde la investigación. No hay nada mejor que ver que, desde la ciencia, grande o pequeña, podemos hacer algo por las personas.
Y quiero acabar agradeciendo a las otras personas que me han acompañado y acompañan en mi vida, mi querida familia y amigos, que saben comprender las ausencias y la falta de tiempo, y me apoyan siempre brindándome su amor incondicional.
Muchas gracias por su atención.
A cargo de María Dolores Gómez Jiménez.
Científica Titular del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas IBMCP (CSIC-UPV), Valencia.
Autoridades académicas, miembros de la Asociación, personas galardonadas, queridos colegas y resto de público presente en la sala. Tengo hoy el honor de presentar al Dr. Sergi Maicas en este acto de entrega de las Placas de Honor de la Asociación Española de Científicos 2023 en el que se reconoce su labor divulgadora.
Sergi nació en Castelló, una pequeña capital de provincia. Desde muy joven, sabía que su actividad profesional se encaminaría hacia la Biología. Y así fue como, tras el bachillerato, optó por trasladarse a la Universitat de València para poder licenciarse en esta especialidad a pesar de las «reticencias familiares».
Fue en el inicio de su carrera cuando ambos nos conocimos, compartiendo asignaturas y profesores. Pocos años después, al iniciar la especialización en Bioquímica, volvimos a coincidir en el Departamento de Microbiología en el que él continuó hasta doctorarse en esta especialidad a finales del siglo pasado. Su interés se centró pronto en la microbiología enológica, uniéndose primero como alumno colaborador y, finalmente, como doctorando, en el grupo entonces liderado por el Profesor Federico Uruburu. Nuestras vidas académicas se separaron en esa etapa, ya que yo inicié mi tesis doctoral en un centro del CSIC.
Tras doctorarse bajo la supervisión de los doctores Sergi Ferrer e Isabel Pardo, Sergi realizó una estancia posdoctoral en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos del CSIC en València con el Dr. Julio Polaina hasta que su carrera investigadora se encaminó hacia el mundo de la industria. ¿Cuál fue el motivo de esta deriva? Lo común en esa etapa de desarrollo profesional era y es emprender el vuelo hacia otro país, pero eso implicaba una desconexión familiar que él no estaba dispuesto a asumir. Así, durante una década, sus esfuerzos se centraron en el desarrollo de una empresa biotecnológica dedicada a obtener y purificar proteínas de interés farmacéutico.
Esta etapa fue enriquecedora, le proporcionó conocimientos diferentes y complementarios a los académicos. Además, la posibilidad de poder trabajar cerca de casa le permitió compaginar su labor empresarial con la de impartir docencia como Profesor Asociado en el área de Microbiología en diferentes universidades de València.
Hace poco más de diez años tuvo la oportunidad de retornar al mundo académico, al mismo departamento donde realizó su tesis doctoral, y así lo hizo. Actualmente, es Profesor Titular en el Departamento de Microbiología y Ecología de la Universitat de València. Esta última etapa ha sido frenética para él: aparte de impartir sus asignaturas y pedir proyectos de investigación, ha montado un laboratorio de investigación, escrito artículos, dirigido trabajos de investigación y ha gestionado como director un máster, tareas, por otro lado, comunes a cualquier profesor de la universidad. Lo meritorio es que todo esto lo ha hecho al mismo tiempo que ha desarrollado una gran labor divulgativa, labor por la que se le concede este galardón.
Inició tímidamente su faceta divulgadora coordinando un curso MOOC de Biología Molecular destinado al alumnado de diferentes etapas educativas, pero poco después se lanzó de lleno a la divulgación, implantó el proyecto Small World Initiative/Micromón en la Universitat de València e impulsó el proyecto Divulsuperbac que le ha llevado a recorrer de norte a sur la Comunitat Valenciana, en colaboración con otros profesores y estudiantes universitarios, siempre cargado de material para realizar talleres y exposiciones.
El proyecto Divulsuperbac ha saltado las fronteras de la Comunitat Valenciana y se ha extendido no sólo a otras comunidades. sino a otros países dentro del proyecto europeo Forthem. Me gustaría destacar dos características comunes en estos proyectos. Implican a profesorado de diferentes facultades y departamentos y van dirigidos a estudiantes de varios niveles educativos. A estas actividades se suma la impartición de cursos a profesorado de secundaria, a personas mayores, charlas en institutos de educación, en Semanas de la Ciencia en distintas poblaciones, y no continúo enumerando eventos para no excederme en el tiempo.
Llegado a este punto debo de indicar que el hilo común que une a todas sus actividades divulgativas es transmitir a la sociedad el preocupante aumento de las resistencias microbianas y fomentar el buen uso de los antibióticos. Aunque parezca increíble, la mayoría de la sociedad no conoce la diferencia entre un antibiótico y un antinflamatorio. Y por si esto fuera poco, llegó la pandemia: entrevistas en radio, televisión, asesoramiento a medios escritos y lo que surgiera. Difícil decir no a quien te pide que informes, que divulgues, que pongas un poco de luz a la etapa tan complicada que vivimos.
Informar a la sociedad es una forma de devolverle el favor que ella nos hace al posibilitar que nosotros, investigadores, tengamos trabajos tan maravillosos, y a la vez, de poner nuestro granito de arena en la construcción de un mundo más sabio, libre y justo.
Por último, quiero resaltar su gran capacidad de trabajo y gestión, cualidades que le han permitido, siempre con varios frentes abiertos, alcanzar todos los objetivos previstos. Por todo ello, es para mí un verdadero placer presentar al Dr. Sergi Maicas aquí con motivo de la concesión de esta placa de honor que le otorga la Asociación Española de Científicos en su edición del 2023.
Gracias por haber sido mi compañero y amigo durante todos los años que llevamos compartidos.
Queridos y queridas colegas.
Mis primeras palabras no pueden ser otras que las que expresen mi agradecimiento a la Asociación Española de Científicos (AEC) por el reconocimiento que supone la concesión de su Placa de Honor a la Divulgación Científica. Supone para mí un gran honor que científicos y científicas de prestigio hayan pensado en mí, por lo que no podía empezar mi discurso de otra manera.
La ciencia tiene sentido si aporta una mejora a la sociedad, si permite el descubrimiento de un hecho básico antes no conocido por el ser humano o bien permite un avance o mejora de algún concepto o producto previo. Ciencia básica y ciencia aplicada, dos pilares fundamentales que quedan cojos sin un tercer sustento.
El siglo XXI (del que ni tan siquiera hemos cubierto la cuarta parte) va camino de ser el de las pandemias masivas. Ya no solo por los millones de personas afectadas (en eso coincidimos con las primeras plagas datadas en el mundo romano), sino por la difusión casi al instante que hoy tenemos de las cifras de personas afectadas o muertas. Venimos de estar inmersos en la COVID-19, una pandemia vírica originada probablemente en Asía, con una repercusión mundial. Tal vez algún día sepamos con certeza el origen, la vía de transmisión y muchos otros aspectos de importancia que nos permitan actuar de manera más organizada en una pandemia posterior. Porque esta no será la última pandemia que azote a la humanidad. El hambre, las guerras, ya son una plaga actual causada por el ser humano.
El azote que suponen para nuestra sociedad se suma a los innegables efectos negativos del cambio climático. Un terreno y unas reglas de juego en permanente evolución, que necesitan de una sociedad en permanente estado de alerta y actuación. Y es en este punto en el que me gustaría introducir el tema central de mi actividad en los últimos años: la crisis antibiótica. Cuando Alexander Fleming, algo descuidado en la limpieza del laboratorio, pero ducho en la observación de sus cultivos, descubrió la penicilina, una nueva era científica surgió. La posibilidad de atajar infecciones, hasta entonces mortales o gravemente incapacitantes, nos permitió aumentar notablemente las condiciones y la esperanza de vida. Fue el mismo Fleming, en su discurso de aceptación del Premio Nobel, el que puso en valor el concepto de resistencia bacteriana. El mal uso, generalmente sobreuso, de los antibióticos, permite a los microorganismos (no solo bacterias) adaptarse a su presencia, restando de manera acelerada efectividad en la acción.
El abaratamiento en los procesos de producción ha hecho accesibles una batería de antibióticos de primera línea que son consumidos no siempre con el rigor que se debería. Poder pagar por un servicio no debería ser sinónimo de derroche de dicho bien. El concepto del «quien paga, manda», nos está conduciendo a un desastre de consecuencias terribles. Sin ánimo de ser demasiado catastrofista, o actuamos ya o, también en este aspecto, cuando queramos, será demasiado tarde.
Muchas de las contribuciones que han convencido a quienes me han hecho merecedor de esta Placa de Honor AEC 2023 han sido implementadas en centros de educación secundaria y primaria. Intentamos concienciar a la población en conferencias generalistas, en redes sociales, en congresos y en cualquier foro donde nos sea posible. Atender las llamadas de los medios de comunicación, para traducir conceptos científicos de cierta dificultad a público no especializado es una labor a veces compleja, pero necesaria. Son pequeñas aportaciones (traducciones a un lenguaje más sencillo) que de manera rigurosa intentamos hacer para que así sea.
Me enorgullece formar parte de un equipo de profesores y alumnos de Microbiología, dedicados en los últimos años a divulgar, a informar sobre esta crisis. Ellos son tan merecedores como yo de este galardón, y por eso quisiera hacerlos también partícipes.
No quiero acabar sin felicitar a todas las personas que como yo hoy, han sido premiadas con esta Placa de Honor de la AEC. Quiero compartir el premio con mi familia, con todas mis chicas, con mis amistades y con los compañeros de todos los centros donde he realizado mi labor profesional los últimos 30 años.
Cursó sus estudios en la Universidad de Murcia, graduándose en la Licenciatura de Matemáticas en 2008 y obteniendo un Máster en matemática avanzada en 2010.
Comenzó en 2011 como investigador sobre estudios genómicos de caso-control sobre demencias, con la Fundación ACE de Barcelona, trabajando posteriormente en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Murcia como contratado de investigación en el modelado matemático del genoma humano.
Desde 2015 hasta la actualidad es profesor asociado de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche impartiendo estadística en la titulación de periodismo, y, en los últimos años, además, en la Universidad de Murcia, impartiendo matemáticas en la titulación de ingeniería informática.
En 2018, entró como miembro en la Academia de TV. En 2019, comenzó el Doctorado en Matemática Aplicada en la UMH centrando su investigación en los modelos matemáticos utilizados en la pandemia, publicando en 2021 su primer artículo científico sobre modelos predictivos de contagios COVID con el uso de variables de movilidad de Google, entrando dicho articulo en el 5 % de los más leídos a nivel mundial en ese momento.
Durante la etapa de la pandemia de enfermedad por coronavirus, ha sido una referencia en la evolución de los datos en España, investigando y comunicando diferentes modelos matemáticos y apareciendo repetidamente en programas como Liarla Pardo, La Sexta Noche, La Mañana de La 1, Informativos de Antena 3 con Vicente Vallés o El Programa de AR.
Por su labor, fue reconocido con el Premio Importantes 2020 en el Diario Información de Alicante. Y con el premio al mejor Divulgador Científico del año 2021, por la Asociación de Divulgación Científica de Murcia.
Ha sido una de las caras de las fiestas de Murcia en 2021, con un cartel que desató la polémica en los medios, junto con Raquel Sastre. Colabora en RTVE en Mapi (programa de televisión) y en Radio Nacional en Gente Despierta y De Vuelta, y en ATresMedia en La Sexta, en La Roca, con Nuria Roca y en Onda Cero en Más De Uno, con Carlos Alsina.
En conclusión, Santi García lleva la ciencia, y más concretamente las matemáticas, allí donde va, haciendo bandera de ella, y contándola con humor pero con precisión.
Aunque, pensándolo bien… ¿estás seguro, Manu, de que no te has equivocado? ¿Un matemático premiado? Eso es un oxímoron de toda la vida. Como silencio ensordecedor o científico con una vida estable. Si no te has equivocado, pensaré entonces que has seguido un algoritmo, que habéis pensado que las matemáticas tienen una importancia esencial en todos los aspectos técnicos de nuestra vida y que a nivel mediático cada vez son más necesarias como parte de una cultura general, parte que hasta ahora estaba olvidada. En ese caso, gracias al algoritmo, y también a las personas que abrieron barreras para llegar a este punto.
En primer lugar, a los anteriores premiados, en especial a Jesús Tadeo Pastor, que es uno de los mejores matemáticos de nuestros tiempos y fue mi compañero de despacho en la Universidad Miguel Hernández de Elche. La verdad es que no se me ha pegado nada bueno de él, tiene más de 200 papers, yo 3. Ha sido Rector, yo soy presidente de mi comunidad… Espero seguir su camino, aunque él dé zancadas y yo vaya gateando. También quiero recordar a Manuel Seara, los mejores hombros de gigantes que pude tener. Él fue el que hizo posible que me dieran un programa de radio sobre el mundo de las matemáticas, y llevamos ya más de 300 programas en Radio Nacional, Raíz de 5 se llama. Gracias Manolo, mi hipotenuso favorito, y a Radio 5.
La verdad es que no me gusta dar las gracias a un algoritmo, así que lo retiro. Precisamente, me gustaría agradecer todo por las veces que conseguimos romper los algoritmos. Algunos lo llaman encontrar un cisne negro, otros una anomalía; yo lo llamo encontrar un contraejemplo, que para un matemático eso es ya demostrar un teorema. Pues en mi vida ha habido varios contraejemplos importantísimos.
De pequeño era un niño normal; bueno, me gustaban las matemáticas, pero el resto os juro que era casi normal. Me gustaba también la música, el fútbol y los amigos. Vi Regreso Al Futuro y quería ser inventor, vi luego Indiana Jones y quería ser arqueólogo, luego Jurassic Park y quería ser… no, dinosaurio no, matemático, como Ian Malcolm, un matemático sexy. Y al menos he conseguido una de las dos partes. Mi pareja me dice que con lo influyente que era, menos mal que en mis tiempos no existía Breaking Bad… Lo digo porque para Química ya está mi cuñada. Pasó el tiempo, serendipias varias, eurekas pocos, parábolas muchas… y elegí el camino de las ciencias exactas porque suponía romper mi primer algoritmo. Sí, todo el mundo me decía que no la hiciera, que no tenía salidas, que era solo apto para genios con hombreras. Y la verdad es que ese reto, encontrar un contraejemplo, me supuso una satisfacción casi infinita.
Estudié, disfruté, me licencié. Y ya supe que era un camino de no retorno. Desde entonces recuerdo algunos contraejemplos que me sirvieron como guía. Mi amigo del alma, casi un hermano para mí es ahora mi director de Tesis. José Juan López Espín, que tengo la suerte y desgracia que me presente hoy aquí. Suerte porque no se me ocurre nadie mejor y desgracia porque seguro que va a ser más gracioso que yo. Recuerdo una llamada suya, una de esas que por probabilidad te hace conduciendo. Y me rompió el algoritmo laboral. Yo estaba sin trabajo, sin beca y buscando un camino incierto en un lugar llámalo x. Entonces me dijo: «mañana empiezas a trabajar en la UMH». Era el año 2011, y como no sé decirle que no a nada, salvo a salir de fiesta, que todo el mundo sabe que yo no soy de salir… pues empecé en la UMH y aquí sigo. Gracias, hermano.
En 2014, me enamoré. A ver, con Coral llevo apenas 2 años, pero tenemos una relación abierta («abierta unas narices», me dice ella). Me enamoré de la divulgación. Y quiero agradecer a Antonio Pérez Sanz, profesor de matemáticas, ya jubilado, que me llenó a mí de júbilo desde que era adolescente y fan de todo lo que tocaba. Creó una línea de divulgación matemática donde no había nada. Tienes dos series documentales: Más Por Menos y Universo Matemático, que se emitieron en La 2 y envejecen mejor que Jordi Hurtado. Él me enseñó el contraejemplo que me lleva hasta aquí: que las matemáticas sí se pueden comunicar en los medios, se puede mostrar su belleza y sí que interesan al gran público. Además, tengo la suerte y la desgracia que sea mi amigo: suerte porque lo admiro y lo disfruto y desgracia porque no lo veo ni la mitad de la mitad de la mitad (y así 42 veces) de lo que me gustaría. Gracias, maestro.
Desde entonces me han pasado contraejemplos por todos sitios: me quedé tercero en un concurso nacional de monólogos científicos (sí, yo tampoco sabía que existía), que organizaba la FECyT y me cambió la vida. Gracias a César y a Gonzalo, y gracias FECyT. Entré en Radio, en Onda Regional. Gracias Delfina, teloviu. Hice giras por toda España haciendo shows de ciencia en institutos, museos y hasta bares (recuerdo de actuar en un cabaret, y que las cabareteras me aplaudiesen por cantar al teorema de Fermat). Gracias, Javi, et al, entré en televisión, dos temporadas de Órbita Laika mágicas. Gracias por ese viaje, Jesús y compañeros. Y desde entonces la vida se abrió camino. Y el algoritmo a veces se rompe por algo que no queremos, como una pandemia. Ahí empezó otro, un caos donde las matemáticas tuvieron más fuerza que nunca.
Después de mucho ruido, mucha tv y radio y, sobre todo, mucha labor de investigación matemática llegó el final, y ahí recuerdo mi último contraejemplo laboral, mi favorito. Me llamaba un señor de Onda Cero, Jorge Abad, para hacer retos matemáticos con Carlos Alsina los jueves. En ese momento estaba mal, el algoritmo iba a un lugar no deseado y se rompió gracias a ellos. Gracias Jorge, Carlos y a la Academia Más de Uno.
Podrías seguir con más, Coral, la mujer más guapa y lista del mundo, mi madre, la mejor, mi familia, amigos, compañeros y compañeras que conozco y me han inspirado siempre, e incluso a otros que son más de expirar. Me gustaría agradecer esta oportunidad, por dejarme mostrar la belleza de las matemáticas, algo que parece una paradoja, pero no lo es. Se dice paradoja porque parece imposible, pero es culpa del algoritmo que todos tenemos dentro, que es mejor que el ChatGPT o Dall-e 3. Y quisiera animaros a buscar un contraejemplo en vuestra vida, que seguro que lo encontráis.
No os dejéis tanto llevar por los algoritmos, o entraréis en burbujas, llevar siempre un alfiler, como mi madre, en forma de pensamiento crítico y sensibilidad hacia las cosas buenas de la vida. Y esto se lo debo a mis dos divulgadores favoritos. A mi padre, lo mejor que ha habido en el mundo. Él me enseñó divulgándome sobre el amor a los suyos, el trabajo y la confianza en hace el bien. Y mi hija, Vera, que no ha podido venir porque tiene 3 meses y le he dicho que estas son cosas de mayores (sí, ya le he enseñado falacias de autoridad a estas alturas). Ella me enseña cada segundo a encontrar el sentido y la dirección de la vida.
Gracias a todos, y seguimos, por inducción… n+1
A cargo de Margarita del Val Latorre.
Investigadora Científica en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC y Placa de Honor de la AEC 2021.
Estimados Presidente y Junta del Consejo Rector de la Asociación Española de Científicos (AEC), estimadas autoridades, estimados galardonados y acompañantes.
Es para mí un privilegio participar una vez más en la entrega de Placas de Honor de la AEC, a los que quiero felicitar por la diversidad de actividades y de valores de la ciencia y de los investigadores que destacan en sus galardones anuales.
Es, además, para mí un honor poder presentar al Instituto Geológico y Minero de España, una institución de larguísima trayectoria, que se ha incorporada hace no muchos años al CSIC, al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la institución a la que yo también pertenezco. En sus casi 175 años de historia, el IGME ha realizado muchas y muy nobles funciones, proporcionando una información rigurosa a distintas administraciones públicas y atendiendo a las necesidades de la sociedad en general.
Es muy conocido su maravilloso Museo Geominero en Madrid, lleno de tesoros geológicos y de auténticas preciosidades, disfrute de grandes y pequeños. Algo menos conocidos son sus mapas geológicos, otro tesoro para una península e islas con tanta diversidad geológica y riquezas mineras. Una geología muy rica que, además, está a la vista para disfrutarla, pues España tiene una combinación óptima de formaciones geológicas y de vegetación, que permiten su disfrute al lego y al profano.
Precisamente por mi afición a la geología, me alegré mucho de conocer a la actual Directora del Instituto Geológico y Minero de España, Ana Alonso Zarza, que recoge el galardón de la Asociación Española de Científicos. Fue a principios de septiembre de 2021 en un acto oficial. Fíjense en la fecha los que recuerden cuándo fue la erupción del volcán de La Palma, central para este galardón. Ambas representábamos al CISC, y llevábamos año y medio de pandemia, tiempo durante el cual yo había informado y explicado lo mejor posible cómo enfrentarse al virus y cómo protegernos con las vacunas. Recuerdo que en ese acto oficial le comenté a Ana Alonso, Directora del IGME: «cuando una emergencia te toca muy cerca de tu campo de experiencia, hay que asumir la responsabilidad y volcarse lo mejor posible a la sociedad; algún día a lo mejor os toca a vosotros en el Instituto Geológico y Minero».
Casi siento habérselo dicho, porque fue tan solo unos 10 días después cuando entró en erupción el volcán Tajogaite en la Cumbre Vieja de la isla de La Palma. El Instituto Geológico y Minero, con su Directora al frente, y con muchas expertas y expertos en primera línea, dio un ejemplo fabuloso de conocimiento y de servicio a los ciudadanos en una emergencia.
Es precisamente esta actuación el objeto de este galardón de la Asociación Española de Científicos, que estimo muy merecido. Con Inés Galindo como cara serena y muy visible, fuimos siguiendo ese fenómeno geológico que es una erupción, y sintiendo muy cerca la angustia de los ciudadanos afectados, a los que informaban lo mejor posible y con todo rigor y sensibilidad. Recibieron a cambio todo el respeto de los ciudadanos para con los científicos.
El magnífico equipo de drones del IGME y sus inolvidables vídeos, su perfecta conexión con el gabinete de prensa del CSIC… Creo que todo ello quedará en nuestras memorias por mucho tiempo. Y, desde mi punto de vista desde dentro del CSIC, contribuyó a la integración del Instituto Geológico y Minero en el gran organismo que es el CSIC, tras su entonces muy reciente integración formal.
Esta respuesta del IGME a una emergencia fue muy visible. Su larguísima trayectoria de intachable labor técnica de estudio, sin embargo, ya le ha hecho enfrentarse a otras emergencias nacionales e internacionales, aunque probablemente antes no había sido tan visible.
Ahora, muy recientemente, hemos vuelto a coincidir volcanes, incendios, epidemias, y emergencias en océanos dentro del CSIC, en una nueva iniciativa para estar aún más preparados para que, en caso de emergencias, podamos responder desde el CSIC con todo el conocimiento de largos años de sus científicas y científicos, para ponerlo inmediatamente al servicio de la sociedad, de las Administraciones Públicas y del sector privado. Esta nueva iniciativa está precisamente capitaneada por una investigadora del Instituto Geológico y Minero, la propia Inés Galindo, ahora vicepresidenta adjunta del CSIC.
Es por ello que en conjunto me ha tocado muy cerca como científica la experiencia del IGME frente a la emergencia del volcán de La Palma. Por ello, también como ciudadana, me alegro mucho de la concesión de esta Placa de Honor por la AEC y felicito calurosamente al Instituto Geológico y Minero de España y a sus directivos, en especial a Ana Alonso, que recogerá la Placa en nombre de todo el equipo premiado.
Muchas gracias por su atención.
Excma. Sra. Vicerrectora de Estudiantes de la Universidad de Sevilla, querida Maricarmen, Sra. Directora General de Relaciones de Gobierno de la Universidad de Sevilla, querida Patricia, Sr. Rector Emérito de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), querido Jesús, Sr. Vicerrector de Estudiantes y Coordinación de la UMH, querido Jose Juan, Ilmo. Sr. Decano de la Facultad de Químicas de la Universidad de Sevilla, querido Juan Luís, Sra. Delegada Institucional del CSIC en Andalucía, querida Margarita, Sra. Delegada institucional del CSIC en la Comunidad de Madrid, querida Marina, Sr. Decano del Colegio de Químicos del Sur, querido Otilio, Sra. Presidenta de la Asociación de Químicos de Andalucía, querida Ana Isabel, Directores del Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla y del Centro de Investigaciones Científicas de la Cartuja, otras autoridades civiles y académicas, Sr. Vicepresidente de la Asociación Española de Científicos (AEC), querido Enrique, Sra. Vicepresidenta de la AEC, estimada Maricarmen, miembros del Consejo Rector de la AEC, socios y socias de la AEC, galardonadas y galardonados en esta XXV edición de las Placas de Honor de la AEC, presentadores, familiares, acompañantes, claustro de profesores, estudiantes, miembros del personal de gestión, administración y servicios, compañeras y compañeros.
En primer lugar, quiero felicitar a todos los premiados y premiadas y agradecer a la Asociación Española de Científicos (AEC), y también científicas, la organización de este acto. Gracias por conceder este premio al Instituto Geológico y Minero de España, del CSIC, que recojo en representación de todo su personal y especialmente en todas las personas que participaron activamente en la emergencia del volcán de la isla de La Palma.
Es un honor recibir este premio de mi amiga y gran investigadora Margarita del Val, con la que compartimos algo muy importante: la asistencia, asesoramiento y divulgación en emergencias. El IGME tuvo un papel relevante en la emergencia del volcán de Tajogaite en la isla de La Palma. Nuestra tarea, desde días antes de la erupción del volcán fue estar a disposición de las autoridades competentes, en concreto PEVOLCA (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias) del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Canarias para junto con otras instituciones científicas (IGN, AEMET, Universidades de La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria, INVOLCAN, CSIC, e IEO) asesorar en la gestión de la emergencia para ayudar a proteger a las personas y sus bienes.
El IGME tiene una clara vocación de servicio público. Su nacimiento se remonta al 12 de julio de 1849, cuando se crea mediante Real Decreto la «Comisión para la Carta Geológica de Madrid y General del Reino» con el objetivo de iniciar un campo en la investigación minera apoyándose en la Geología, lo que permitiría a nuestro país avanzar en ciencia y tecnología al mismo tiempo que los países de nuestro entorno.
El próximo año, el IGME celebra sus 175 años. Desde entonces el IGME tiene como misión proporcionar a la Administración del Estado o de las Comunidades Autónomas que lo soliciten, y a la sociedad en general, el conocimiento y la información precisa en relación con las ciencias y tecnologías de la tierra para cualquier actuación sobre el territorio.
A lo largo de todos estos años, el IGME ha tenido hitos significativos como la realización de la cartografía geológica de nuestro país, las investigaciones en recursos minerales y aguas subterráneas, entre otros muchos, pero también la investigación básica en Ciencias de la Tierra.
El contexto actual de cambio global y el impacto que las personas tienen sobre nuestro planeta y sobre todo sobre nuestra habitabilidad en el mismo hace necesario más que nunca un centro de investigación básica y aplicada y un servicio público de las ciencias de la tierra.
Por ello, el CN IGME-CSIC ya avanzado el siglo XXI se enfrenta al reto de la transición ecológica fijando su mirada su mirada hacia el recurso básico para la vida, el agua, recursos tales como: minerales críticos, geotermia, almacenamiento subterráneo o patrimonio geológico; y sin duda los riesgos geológicos (volcánicos, sísmicos, inundaciones, tsunamis, desprendimientos, y por desgracia otros muchos…).
Es en este último aspecto, el de los riesgos geológicos que inciden de forma directa en la seguridad de las personas, en las que el IGME se implicó de forma decidida en la emergencia de La Palma. No sabría decir si fue fácil o difícil, tampoco si podríamos haber actuado de otra forma. Y lo que sí puedo decir es que fue una actuación llevada a cabo con una enorme profesionalidad, voluntarismo y disposición por parte del todo el personal del IGME, contando siempre con el apoyo del CSIC y del Ministerio de Ciencia e Innovación.
El IGME cuenta con un magnifico grupo de más de 40 personas tremendamente decididas y comprometidas con el trabajo inesperado de atender una emergencia. Esa fue su tarea fundamental dar respuesta científica a la emergencia. La investigación ya vendría más tarde y es lo que se está haciendo ahora.
Personalmente debo indicar, que llevando solo un año como directora del IGME y en el IGME, pues soy Catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, me encontré con un enorme susto, que se convirtió en reto, y cierta inseguridad a la hora de abordarlo. Hay personas que marcan la forma de actuar y sin querer o queriendo y esa persona fue Inés Galindo, de la Unidad Territorial del IGME en Las Palmas, días antes de la emergencia Inés me llamó por teléfono para decirme que había que enviar personas y nuestros drones a La Palma. Y eso hicimos, además en la distancia un grupo importante de personal científico-técnico del IGME se puso a trabajar con los datos que se iban obteniendo, al mismo tiempo que visibilizando toda la tarea que se estaba haciendo y la evolución del evento volcánico.
La erupción se produjo el 19 de septiembre de 2021, a partir de entonces y casi hasta enero del 2022, mantuvimos sobre el terreno una media de 8 personas y más 30 colaborando en la distancia. Fue y sigue siendo un gran trabajo de equipo, en unas circunstancias muy complicadas y de un trabajo agotador física y psicológicamente, con una enorme responsabilidad y mucha tensión. Y por supuesto, mucha ilusión y ganas de cumplir con nuestra función de servicio público. Esperamos que este premio y el trabajo realizado contribuya a poner el valor la Geología, una ciencia imprescindible para la sociedad y no siempre visible.
El trabajo y la misión del IGME además de la investigación y el asesoramiento tiene otra pata fundamental, la divulgación, para ello contamos con un magnífico buque insignia nuestro Museo Geominero, una joya arquitectónica que contiene una riquísima variedad de rocas, minerales y fósiles de todas las edades y países del mundo. La tarea realizada en La Palma, también ha quedado plasmada en la exposición Bajo el Volcán inaugurada coincidiendo con el primer año de la erupción y que aún se puede visitar.
Por todo ello, el IGME, ya integrado en el CSIC, se constituye como un centro puntero y multidisciplinar en Ciencias de la Tierra y que con sus tres pilares básicos: investigación, asesoramiento y divulgación, que ha mantenido desde hace ya casi 175 años.
Muchas gracias de nuevo por esta Mención de Honor que recibo en nombre de todo el personal de IGME.
«Las Placas de Honor AEC ponen de manifiesto la excelencia, el esfuerzo y el talento dedicado en España a la generación de conocimiento, a la difusión del mismo y a su aplicación en beneficio de la sociedad».
«Hoy en día no se entiende el progreso sin los aportes de la ciencia pero no se halla suficientemente considerada. La inversión en ciencia puede facilitar una sociedad más rica y un futuro más feliz».
Excma. Sra. Vicerrectora de Estudiantes de la Universidad de Sevilla, querida Maricarmen, Sra. Directora General de Relaciones de Gobierno de la Universidad de Sevilla, querida Patricia, Sr. Rector Emérito de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), querido Jesús, Sr. Vicerrector de Estudiantes y Coordinación de la UMH, querido José Juan, Ilmo. Sr. Decano de la Facultad de Química de la Universidad de Sevilla, querido Juan Luís, Sra. Delegada Institucional del CSIC en Andalucía y Extremadura, querida Margarita, Sra. Delegada Institucional del CSIC en la Comunidad de Madrid, querida Marina, Sr. Decano del Colegio de Químicos del Sur, querido Otilio, Sra. Presidenta de la Asociación de Químicos de Andalucía, querida Ana Isabel, Directores del Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla y del Centro de Investigaciones Científicas Isla de la Cartuja, otras autoridades civiles y académicas, Sr. Vicepresidente de la Asociación Española de Científicos (AEC), querido Enrique, Sra. Vicepresidenta de la AEC, estimada Maricarmen, miembros del Consejo Rector de la AEC, socios y socias de la AEC, galardonadas y galardonados en esta XXV edición de las Placas de Honor de la AEC, presentadores, familiares, acompañantes, claustro de profesores, estudiantes, miembros del personal de gestión, administración y servicios, compañeros y amigos.
Un año más nos reunimos para entregar las Placas de Honor de la AEC. Hace ya 25 años años –la de hoy es la 25ª edición–, los entonces miembros del Consejo Rector de la AEC instituyeron este galardón para poner de manifiesto la excelencia, el esfuerzo y el talento dedicado en España a la generación de conocimiento, a la difusión del mismo y a su aplicación en beneficio de la sociedad.
Nuestra asociación ya ha cumplido su primer medio siglo de vida. Desde su fundación se recoge en sus estatutos el impulso a la transferencia, la colaboración público-privada, la divulgación, la ética e integridad en la investigación o la componente humanística de la ciencia, como actividades esenciales para la justa valoración de los científicos y científicas por la Sociedad. Mi reconocimiento a todos los presidentes de la AEC que me han precedido por su liderazgo en estas décadas y a los miembros del Consejo Rector por su trabajo y entusiasmo, así como a los socios y socias que en estos más de cincuenta años de vida de nuestra asociación han permitido conservarla viva, activa y dinámica.
Será siempre nuestra obligación y compromiso promover que la sociedad española considere a la Ciencia como una actividad deseada y querida, imprescindible para el desarrollo y la libertad. No olvidamos nunca que la misión del científico es acoger los problemas que se le planteen y prestar sus conocimientos para su resolución.
Hoy es un día histórico para la AEC porque por segunda vez en su historia celebra su acto institucional de mayor relevancia social fuera de la villa y corte de Madrid. Y concretamente, en la Universidad de Sevilla, en el marco de su hermoso Paraninfo. Mi más sincero agradecimiento al Rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro Arroyo, a la Directora General de Relaciones de Gobierno, Patricia Aparicio, y a todo el Consejo de Dirección por su grata acogida y por su gran entusiasmo y apoyo a la celebración de la gala de la ciencia de la AEC 2023 en estas magníficas instalaciones.
Conozco la Universidad de Sevilla desde 1992 gracias a la oportunidad que me brindó el catedrático D. Emilio Galán Huertos y su grupo de investigación de realizar un curso de postgrado internacional sobre las arcillas, su geología y sus aplicaciones. Desde entonces, la relación ha ido más allá de la Geología o de la Mineralogía Aplicada, acogiéndome siempre con inmenso cariño y afecto.
También quiero reconocer la ayuda prestada por el Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla y de su director, por aquel entonces, el profesor de investigación D. José Luís Pérez Rodríguez en el uso de técnicas analíticas avanzadas disponibles en dicho Instituto en los años 90 y que me permitieron formarme como investigador y defender con éxito la Tesis Doctoral.
También quiero reconocer la labor de Pedro José Sánchez Soto, vocal del Consejo Rector, Concha Andújar, directora de Comunicación, Cristina Todolí, secretaria de cargo del vicerrectorado de Investigación y Transferencia y Rosario Cornejo, jefa del Servicio de Protocolo de la Universidad de Sevilla, por cuidar con tanto esmero todos los detalles, gracias por vuestra profesionalidad y generosidad.
Tras los agradecimientos, comenzaré mi intervención con un breve relato o, si se me permite, con la justificación de la inversión en la Ciencia, la Investigación y la transferencia o intercambio del conocimiento. Como docente en el Grado de Ciencias Ambientales, quisiera relatar unos hechos ocurridos hace unas décadas que explico cada año a mis alumnos de Medio Físico, concretamente en el tema 2 de la asignatura, titulado El tiempo y la escala geológica, que, en mi opinión, ejemplifican y nos ayudan a reflexionar en torno a la investigación, sobre el papel e importancia del científico y de la Ciencia, y sobre todo, las implicaciones sociales, ambientales y económicas que puede tener.
Al término de los años 40 del siglo pasado, el estudiante Clair Patterson, graduado en Geología y doctorando de la Universidad de Chicago, se había propuesto -como tema de su tesis doctoral- determinar la edad de la Tierra utilizando un método físico-químico nuevo de datación radiométrica, basado en medir la proporción entre átomos de Plomo y Uranio en rocas ígneas volcánicas y en meteoritos caídos sobre la Tierra. Durante su búsqueda se encontró con el inconveniente, sorprendente y casi insalvable, que todas las rocas meteóricas que utilizaba, por el simple contacto con la atmósfera, quedaban contaminadas con grandes dosis de plomo, lo que enmascaraba los datos y la datación de nuestro planeta. Para evitar esta contaminación, tuvo que crear una «sala limpia» donde almacenar sus muestras, sin que se contaminaran. A esta tarea dedicó muchos años y esfuerzo, pero, finalmente, determinó que la edad de la Tierra era de 4.550 millones de años. Una edad que, hoy en día, todavía se da por correcta. Pero Patterson, intrigado por la contaminación por Pb de sus muestras, se interesó por descubrir su origen y concluyó que era debido a la actividad antropogénica; en un 92 %, provenía de las emisiones de los automóviles que usaban como combustible gasolina con plomo. Y es que a partir del año 1923 se comercializó el tetraetil plomo, aditivo que se añadía a los combustibles de automoción porque reducía la vibración de los motores de explosión.
Patterson comprobó, mediante técnicas novedosas para su época que, antes de 1923, casi no había Pb en la atmósfera, y que a partir del año de la comercialización de los combustibles con Pb, el nivel de éste había aumentado de una manera progresiva y peligrosa, ya que el plomo es un elemento neurotóxico que el cuerpo humano no elimina y en dosis elevadas puede dañar el cerebro y el sistema nervioso central de manera irreversible. Desde ese momento, Patterson, en el ejercicio de su responsabilidad como científico, se dedicó al activismo social en la lucha para lograr la prohibición de los combustibles con Pb de los automóviles. Se enfrentó a grandes empresas del sector petrolífero y de la automoción. Gracias a su lucha constante, en 1971, EE. UU. aprobó la Ley del aire limpio y, en 1985, se retiró la gasolina con plomo de aquel país. La Unión Europea prohibía la venta de gasolina con plomo mucho más tarde, el 1 de enero de 2000, y en España se retiró en enero de 2002. Si me he detenido con este relato es porque pone de manifiesto algunas virtudes de la investigación, tan relevantes que justifican el impulso y el apoyo mantenido incluso en estos tiempos de dificultades económicas y financieras.
La tesis doctoral de Patterson era, sin duda, un proyecto de investigación básica, probablemente un proyecto que, en época de recortes económicos, algún evaluador o alguna agencia estatal o europea podría calificar de «prescindible» y, por consiguiente, no financiable. Sin embargo, el trabajo cuidadoso y riguroso de Patterson, no sólo condujo a datar el origen de la Tierra, también permitió, gracias a su valía y honestidad científica, que la divulgación de sus investigaciones tuviera un papel determinante, en algo tan aplicado y relevante como preservar la calidad del aire y proteger la salud de las personas y los ecosistemas.
A la segunda parte de este discurso le he querido dar un tono más reivindicativo, pues me entristece mucho la situación de la ciencia en nuestro país, a pesar de que debemos reivindicar el heroísmo de nuestras y nuestros investigadores, pues la producción científica en España es sorprendente por la cantidad de trabajos publicados y cada vez en mejores revistas. Por ejemplo, con tres veces menos gasto en I+D que Corea del Sur, una de las grandes potencias innovadoras del planeta y con una población similar a la española, los científicos que trabajamos en España logramos publicar más y con un impacto mayor que los surcoreanos, si bien estamos muy lejos de ellos en la transferencia de ese conocimiento, medida con la generación de patentes.
En relación al producto interior bruto (PIB), la inversión de I+D en España equivale al 1,4 %, muy por debajo de la media de la Unión Europea, que se sitúa en algo más del 2,3 %. España gasta menos en innovación y desarrollo que países vecinos como Italia, mucho menos que Estados Unidos y a enorme distancia de los líderes en inversión científica, Israel y Corea del Sur, que rozan el 5 % con un tamaño económico y poblacional similar al español.
A este diagnóstico debo añadir que además de la escasez de recursos, en España hay grandes trabas burocráticas para utilizarlos, pues no somos capaces de ejecutar presupuestos entre procesos de contratación y fiscalización. El dinero nunca llega a tiempo y los escasos presupuestos no se ejecutan más allá del 65 %, por lo que se requieren nuevos mecanismos mucho más sencillos.
Además, la mayor parte de los investigadores, hasta que llegan a un puesto fijo, pasan por contratos precarios, en proyectos de investigación de duración muy corta, lo cual aboca a muchos científicos a expatriarse. La situación para los jóvenes investigadores, incluyendo como jóvenes a científicos con 40 años, es desesperada. Para ellos es una tragedia y para el sistema español de ciencia y tecnología es un gran despilfarro económico.
La Ciencia ha sido, sin duda, el motor fundamental en el desarrollo de la sociedad. Hoy en día no se entiende el progreso sin los aportes de la ciencia pero no se halla suficientemente considerada. La inversión en ciencia puede facilitar una sociedad más rica y un futuro más feliz.
Por ello, la AEC debe ser un interlocutor y un activo válido en la solución de problemas que plantea la sociedad actual en lo relativo a desarrollo científico y tecnológico, educación, ordenación del territorio, cambio climático, biomedicina, salud, energía, agua, inteligencia artificial, etc.
Uno de los retos de la AEC es influir en la gestión de la investigación, la innovación y la transferencia para que los resultados puedan ser de provecho para la sociedad española en la mejora de nuestras empresas e instituciones, repercutiendo en la generación de puestos de trabajo altamente cualificados.
Nuestra sociedad debe entender que España, como país miembro de la Unión Europea, está recibiendo Fondos de diferentes programas europeos como el Next Generation que, si no son bien empleados, pueden producir efectos no deseados. Únicamente la inversión en Ciencia, la valoración del personal investigador y su equiparación y dignificación son el auténtico método de progreso.
Por ello, la AEC se ofrece como interlocutor directo con los gobiernos central y autonómicos, sin menoscabo de otros agentes consultivos, para ayudar a que tanto las directrices científicas como el avance y promoción de la carrera científica española sean políticas fundamentales en el presente y futuro.
Queremos servir de reflexión y reconsideración de las necesidades de España en la investigación científica y tecnológica para poder conocer el peso que tenemos en un mundo globalizado, evaluar y valorar lo que estamos haciendo en ciencia y tecnología. España tiene sus propios problemas y sus propios recursos, por lo que debe alumbrarse un modelo propio de investigación.
Nuestros problemas de recursos hídricos, desertización, cambio climático, la España vaciada, nuestras infraestructuras turísticas, especialmente en nuestro litoral, etc., son cuestiones que nunca afrontará una Ciencia mimética. Esta priorización de nuestras realidades sociales, coyunturales y valores culturales no deben surgir de decisiones políticas precipitadas, sino que compete a científicos e intelectuales cuya existencia y dotación económica sí depende de gobiernos y administraciones.
Nuestra gran esperanza, la recientemente aprobada Ley de la Ciencia se ha convertido en una gran decepción pues «no consigue establecer un marco a la altura del compromiso necesario de nuestro país con la ciencia». Esta afirmación de la COSCE se basa en que dicha Ley no atiende los problemas estructurales, entre ellos, el déficit en financiación, los científicos expatriados, la burocratización, la falta de planes plurianuales o la falta de planificación.
Ante esta situación no debemos rendirnos nunca, debemos seguir luchando desde la constante reivindicación y con aportaciones realistas, manteniendo la unidad de acción, pues nuestra sociedad se juega mucho en un mundo globalizado que se enfrenta hoy, sin duda, a la transición ecológica, la salud pública, la digitalización e inteligencia artificial, entre otros muchos grandes retos.
La tercera parte de esta intervención, como no puede ser de otra forma, va dedicada íntegramente a las galardonadas y galardonados con las Placas de Honor de la AEC 2023. Un año más la AEC distingue a un reducido número de investigadores españoles de relevancia internacional de entre los muchos recursos humanos de investigación que, sin duda, lo merecen sobradamente por dar respuestas a la necesidad que tienen los individuos de la especie humana de comprender el mundo y comprenderse a sí mismos. Todos los galardonados, aunque proceden de disciplinas distintas, tienen en común su empeño y obsesión por conocer cómo es y cómo funciona la naturaleza, y por enfocar esta curiosidad que los atrae y dinamiza en resolver cuestiones de gran relevancia científica. Todos ellos y ellas merecen nuestro agradecimiento y reconocimiento. Y a sus destacados méritos científicos debo añadir su calidad humana, su humildad y su empatía.
Nombraré a continuación, por orden de intervención, a los premiados de esta 25ª edición en la categoría de científicas y científicos destacados.
En primer lugar, al Dr. Amador Menéndez Velázquez, investigador del Centro Tecnológico INODIAL de Asturias, por sus contribuciones de alto impacto y relevancia internacional en el ámbito de la nanociencia y la fotónica, así como por su dedicación al desarrollo de aplicaciones y tecnologías útiles para la Sociedad y a la divulgación de las mismas.
En segundo lugar, a la Dra. Isabel Gonzalez Díez, catedrática de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad de Sevilla, por sus contribuciones de relevancia internacional y alto impacto a lo largo de toda su trayectoria científica en el campo de la geología ambiental, la mineralogía aplicada, los recursos naturales y el medio ambiente, siendo un gran referente en España en su ámbito de conocimiento.
Finalizaré esta modalidad mencionando a la Dra. María del Mar Malagón Poyato, catedrática de Biología Celular de la Universidad de Córdoba, por sus contribuciones de alto impacto y relevancia internacional en el campo de la Biología Integrativa, Fisiología, Endocrinología, obesidad y enfermedades metabólicas, siendo un gran referente en España en su ámbito de conocimiento, valorando además, muy positivamente, sus actividades de gestión de la Ciencia en su especialidad.
En la categoría de difusión y divulgación de la ciencia, se premia al castellonense Dr. Sergi Maicas Prieto, profesor titular de Microbiología de la Universidad de Valencia por sus contribuciones de gran relevancia en el campo de la innovación docente en Microbiología, liderando los proyectos Micromón, Tiny Earth y Small Word Iniciative, así como por su trayectoria profesional en el ámbito de la divulgación científica mediante la realización de numerosos talleres en institutos públicos de secundaria y bachillerato, siendo un referente en España en su especialidad.
Asimismo, galardonamos en esta modalidad al profesor de Estadística e investigador de la Universidad Miguel Hernández de Elche, Santiago García Cremades por sus contribuciones de gran relevancia en la divulgación de las Matemáticas en secundaria y bachillerato, así como por su liderazgo en diferentes medios de comunicación de difusión nacional de gran audiencia en TV y radio, siendo un referente en España como profesional de la divulgación científica.
En la categoría de entidades y empresas se otorga la Placa de Honor 2023 al Instituto Geológico y Minero de España (IGME) por su relevante contribución científica y tecnológica a la gestión de la emergencia geológica y personal originada por la erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma. Asimismo, por su contribución imprescindible a las actividades de prevención y proyección, y su compromiso de informar a la sociedad con las mejores evidencias científicas disponibles.
Mi más sentida y sincera felicitación a todos los galardonados y galardonadas por la AEC.
Isaac Newton, considerado el físico más importante de todos los tiempos, afirmaba que: «Si he llegado a ver más lejos que otros es porque subí a hombros de gigantes». Pues bien, desde estos «hombros de gigantes», busquemos la verdad. Busquémosla con nuestro conocimiento, con nuestro estudio y trabajo y con el compromiso firme para construir una sociedad mejor, más libre y más justa. Pongámonos a buscar las soluciones de los problemas que tenemos hoy. Y hagámoslo, al igual que los galardonados, con la fórmula más segura y eficaz: la honestidad, el esfuerzo, el trabajo, el estudio y la innovación. Porque estoy convencido que es la mejor inversión de futuro.
Una vez concluida la entrega de las seis Placas de Honor AEC 2023, clausurará el acto la Sra. Vicerrectora de la Universidad de Sevilla, María del Carmen Gallardo Cruz, quien ha tenido, a pesar de su complicada agenda, la amabilidad de presidir este acto y acompañarnos en un día tan entrañable para nuestra sociedad en representación de la Universidad de Sevilla, pero también de todo el personal investigador de las universidades españolas, convertidas junto con el CSIC en organismos clave para la articulación de la investigación en España en todos los ámbitos del saber.
Como ya he reiterado en muchas de mis intervenciones, reivindiquemos en esta modesta pero entrañable Gala Anual de la Ciencia a nuestros científicos y científicas y a la Ciencia como potente arma de destrucción masiva contra el negacionismo y la mediocridad.
Les animo a disfrutar intensamente de esta velada.
Muchas gracias por su asistencia y compromiso con la Ciencia.
Manuel M. Jordán Vidal.
Presidente de la AEC.
«Es un orgullo que la Asociación Española de Científicos haya elegido como sede para la entrega de sus placas de honor a la Universidad de Sevilla».
«Felicito a la AEC por estos premios que, en sus diferentes modalidades de reconocimiento a científicos y empresas y medios de comunicación, aporta una visión global de la labor desarrollada por los científicos y científica».
Sr. Rector Honorario de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), Sr. Vicerrector de Estudiantes y Coordinación de la UMH, Sr. Presidente de la Asociación Española de Científicos, Sra. Directora General de Relaciones de Gobierno de la Universidad de Sevilla, Decano de la Facultad de Químicas de la Universidad de Sevilla, Sra. Delegada Institucional del CSIC en Andalucía, Sra. Delegada institucional del CSIC en la Comunidad de Madrid, Sr. Decano del Colegio de Químicos del Sur, Sra. Presidenta de la Asociación de Químicos de Andalucía, galardonadas y galardonados, presentadores, familiares, acompañantes, profesores/as, estudiantes, miembros del personal de administración y servicios, compañeros y compañeras
Es un orgullo que la Asociación Española de Científicos haya elegido como sede para la entrega de sus placas de honor a la Universidad de Sevilla. Estamos para ello en el Paraninfo de nuestra universidad, que es el sitio reservado para los más importantes actos académicos.
En primer lugar, quiero felicitar a los galardonados y a sus familiares asistentes a este emotivo acto.
Permítanme unas breves palabras para que puedan ustedes conocer un poco mejor la universidad de Sevilla.
Tengo el placer de daros la bienvenida a la Universidad de Sevilla, una institución con más de cinco siglos de historia, (518 años en concreto) de acreditada tradición académica, que cuenta con un riquísimo patrimonio histórico artístico, que ustedes pueden en parte observar hoy en la sede central de la Fábrica de Tabacos.
La Universidad de Sevilla, integrada por casi 80.000 mil personas (4400 PDI, 2936 PTGAS), conforma una ciudad dentro de la ciudad ya que nuestros campus se extienden desde los barrios de los Bermejales y la Isla de la Cartuja, hasta el casco antiguo, pasando por Reina Mercedes, los Remedios, los Perdigones o San Bernardo.
En los últimos años, la Universidad de Sevilla ha experimentado un impresionante proceso de internacionalización que tiene su más claro exponente en la Alianza Europea de Universidades Ulysseus que lidera, y que en noviembre de 2022 se ha renovado por otros cuatro años (con una dotación económica de 12,8M€).
Esta alianza está formada, además de por la Universidad de Sevilla, por la Universidad de Génova (Italia), de Côte d’Azur (Francia), Technical de Košice (Eslovaquia), MCI The Entrepreneurial School (Austria), Ciencias Aplicadas de Haaga-Helia, y a las que se han incorporado las Universidades de Münster y Montenegro.
Fruto de esta alianza son las redes académicas que se están conformando con universidades asiáticas, africanas e iberoamericanas. Actualmente hay acreditado un título de máster conjunto en Energía, Transporte y Movilidad Eficientes y Sostenibles para Construir las Ciudades Inteligentes del Futuro, que se encuentra ahora mismo en fase de admisión.
Esta internacionalización también se refleja en la amplia y rica oferta académica de la US que cuenta con 165 titulaciones (67 de grado, 98 de Máster universitario y 32 programas de Doctorado), de las que 76 son titulaciones internacionales.
Nuestra universidad lidera a nivel andaluz la captación de fondos para la financiación de proyectos de investigación procedentes de la Unión Europea, Estado y Comunidad Autónoma de Andalucía, siendo también una de las primeras a nivel nacional.
Seguimos creciendo en actividades de transferencia con 82 nuevos registros en 2022 de solicitudes de patentes nacionales, extensiones internacionales y registros de software. Prueba de esta actividad de transferencia es que el pasado curso académicos se crearon 13 nuevas empresas basadas en el conocimiento.
Finalizo mis palabras felicitando de nuevo a la AEC por estos premios que, en sus diferentes modalidades de reconocimiento a científicos y empresas y medios de comunicación, aporta una visión global de la labor desarrollada por los científicos y científicas. Y a los premiados, deseándoles los mayores éxitos en sus diferentes ámbitos.
Declaro clausurada la 25ª edición de entrega de Placas de Honor de la AEC.
Mª Carmen Gallardo Ruiz.
Vicerrectora de Estudiantes de la Universidad de Sevilla.